Ecos de lo No Manifestado
Rememoro un film de María Luisa Bemberg titulado “De eso no se habla”. En él, Alejandra Podestá, quien lamentablemente falleció de manera trágica en 2011, da vida a una joven con enanismo que posee un gran talento para el piano. La historia se desarrolla en un pequeño y cerrado pueblo donde la madre de la joven, interpretada por Luisina Brando, se empeña con firmeza y determinación en que nadie mencione la peculiaridad de su hija. Sin embargo, la llegada de un hombre mayor, encarnado por el legendario Marcello Mastroianni, cambia la dinámica al enamorarse de la joven. A pesar de las restricciones, la protagonista decide huir con un circo itinerante que llega al lugar, ya que su deseo de descubrir el mundo y su esencia son incontrolables.
Desvelando lo Oculto
La película de Bemberg, basada en una narración de Julio Llinás, resuena profundamente con todas aquellas cosas que decidimos callar, ocultar o distorsionar por considerarlas inapropiadas para traer a la superficie. Sin embargo, existe una fuerza innata que eventualmente revela lo que deseamos silenciar.
El Deseo de Proyectar
No siempre lo que escondemos es difícil de confrontar. En ocasiones, nos traicionamos al negarnos a perseguir pequeñas ilusiones, ya sea por temor a poner en riesgo nuestra estabilidad o porque nos consideramos demasiado mayores para ello. La periodista Fanny Mandelbaum, conocida por su cobertura del caso María Soledad en Catamarca, menciona que “uno tiene la edad de sus proyectos”, una declaración que me fascina y a menudo guía mi vida. Es importante dar lugar a nuestras aspiraciones y no temer al riesgo.
Necesidad de Expresar
Lo que no se menciona tiende a ser olvidado, y así, esos deseos caen en el desván del recuerdo mientras la vida avanza rígida. Me permito sugerirles un ejercicio: tomen papel y lápiz y escriban una idea diaria sobre lo que ha quedado latente y desatendido. Después, reflexionen sobre por qué no se ha intentado. Descubrirán algo revelador: rara vez es demasiado tarde. Además, lo no expresado se queda en un limbo perpetuo, inmutable. Peor aún, esa falta de acción se convierte en un legado inconcluso. Estoy seguro de que quienes nos sigan no merecen cargar con ese peso inacabado.