Un estudio recientemente difundido por la renombrada revista Nature ha identificado por primera vez una molécula producida por la microbiota intestinal, conocida como imidazol propionato (ImP), y su vinculación con la arteriosclerosis, el endurecimiento arterial que puede desencadenar diversas formas de enfermedad cardiovascular, la principal causa de mortalidad a nivel mundial.
Este descubrimiento, fruto de años de investigación por parte de expertos del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares Carlos III (CNIC) de Madrid, España, ha comenzado a cuestionar la relevancia absoluta que se le atribuía al colesterol. Tradicionalmente considerado el principal culpable de la aterosclerosis, una enfermedad silenciosa que estrecha los vasos sanguíneos y disminuye el flujo sanguíneo, llevando a infartos y accidentes cerebrovasculares (ACV), el colesterol ahora ve su rol reevaluado frente a este nuevo hallazgo.
La importancia del estudio
Utilizando un enfoque basado en ratones y un grupo de 400 personas voluntarias, los científicos lograron evidenciar que nuestras propias bacterias intestinales podrían desempeñar un papel crucial en el desarrollo de la aterosclerosis. Esta información no solo reconfigura la prevención, sino que también abre las puertas a tratamientos novedosos.
Un cambio en el paradigma del tratamiento
El artículo, titulado “El propionato de imidazol es un factor impulsor y un objetivo terapéutico en la aterosclerosis”, muestra que la molécula ImP no solo está relacionada con el desarrollo de la aterosclerosis, sino que, en pruebas in vitro, pudo inducir la enfermedad sin modificar los niveles de colesterol en sangre. Este hallazgo transforma la comprensión tradicional de cómo se asocian el colesterol y la aterosclerosis, sugiriendo rutas alternativas para el desarrollo de la enfermedad.
En una conversación con Clarín, Oscar Mendiz, director del Instituto de Cardiología y Cirugía Cardiovascular y del Hospital Universitario de la Fundación Favaloro, elogió los logros de esta investigación y enfatizó la necesidad de una mayor colaboración entre cardiólogos y gastroenterólogos.
“Sabemos desde hace tiempo que la aterosclerosis no se debe solo a depósitos en los vasos sanguíneos, sino que la inflamación del organismo a través de otros mecanismos juega un papel significativo. Algunos de estos mecanismos están asociados con la microbiota intestinal”, señaló.
El especialista reconoció los importantes avances “en el diagnóstico y complicaciones de la enfermedad aterosclerótica”, aunque resaltó las complicaciones para acceder a un diagnóstico temprano efectivo.
Precisamente en este punto destacó el potencial del estudio español: “Parece que lo investigado puede abrir la puerta a un nuevo tratamiento, especialmente en las etapas iniciales de la aterosclerosis, antes de que la enfermedad avance, o tal vez en combinación. Esta investigación demuestra que el colesterol no es el único camino para la enfermedad”.
(Noticia en desarrollo)
PS