El intercambio de parejas: una práctica incomprendida que cobra fuerza ante el desconocimiento general

En el país, más de un millón trescientas mil personas se identifican como swingers, según un estudio difundido por la Asociación Swinger Liberal Argentina (ASLA), que ha logrado obtener reconocimiento legal como la primera entidad global de su tipo respaldada por un Estado. Para celebrar esto, la comunidad se reunió este miércoles en una de sus reuniones más destacadas, bautizada como la fiesta “Épica”.

“Es fundamental que continuemos conociéndonos; aunque somos una minoría en auge en Argentina, contamos con una identidad clara y un rumbo definido”, expresa Germán Magallán, quien supervisa la organización del evento llevado a cabo en Moly Disco, una discoteca ubicada en Palermo. La expectativa entre los participantes fue tan alta que se vendieron casi mil entradas, gestionando así una significativa recaudación para ASLA.

Ante la pregunta de qué significa ser swinger en la actualidad, la respuesta más común es que se trata de “un estilo de vida sexual y social donde prevalece el respeto”. Esto implica relaciones sexuales consensuadas y no exclusivas entre adultos de cualquier género. Según miembros de esta comunidad observada con escepticismo, los principios que guían sus encuentros son: consentimiento, comunicación, no monogamia física, privacidad, discreción y diversidad.

La expansión de una comunidad

A medida que el tiempo pasa, la comunidad crece y a menudo se enfrenta a críticas que interfieren con su filosofía. “Eliminar los estigmas que nos etiquetan como promiscuos, infieles o tramposos no es sencillo,” comenta Ariel Fanego, un comerciante de 46 años. “Uno de nuestros preceptos es desear al hombre o mujer de otro, pero siempre con el consentimiento de todas las partes. Para nosotros, el placer de ver a nuestra pareja disfrutar con otra persona es una experiencia maravillosa”, añade.

Fanego comparte que su actual manera de ser se ha visto transformada por el estilo de vida swinger. “En una sociedad donde la infidelidad es común, muchos, por ignorancia, perciben nuestro estilo de vida como una simple aventura. Esto no puede estar más lejos de la realidad. Dentro del mundo swinger, el respeto, la honestidad, la transparencia y la lealtad son fundamentales. Quien no está de acuerdo, se aparta. Somos conscientes de que no todos pueden entendernos, y eso genera controversias”, argumenta.

El intercambio de parejas y más

En el universo swinger, el intercambio de parejas es el pilar principal, aunque las reglas también permiten encuentros de tres personas. A menudo, una pareja puede invitar a una mujer o un hombre para compartir tanto la intimidad sexual como la vida social. “Cada vez más, se desarrolla la relación conocida como trieja, donde una pareja de tres personas vive junta,” comenta Fanego, quien se encuentra en una nueva relación con una joven de Mar del Plata. “He sido parte de esta comunidad durante 21 años, comenzando con la madre de mi hija”, rememora.

Impulsada por un evento reciente, Daiana López (35) se sintió intrigada y, al adentrarse en el swingerismo, no pudo abandonarlo. “Este estilo de vida me ofreció un entorno amplio, libre y sin prejuicios. ¿Por qué querría salir de él?”, se pregunta. Para una mujer, puede ser difícil asistir sola a eventos, pero en esta comunidad, Daiana encuentra apoyo y respeto. “Aquí, el no es no; nadie cruza límites”, asegura.

En una época marcada por la inseguridad, Daiana enfatiza el “ambiente amigable y acogedor” del mundo swinger. “Fuera de este entorno, te enfrentas a miradas críticas y prejuicios. No todos están preparados para el estilo de vida swinger, especialmente las parejas tradicionales. Personas que vienen de relaciones problemáticas o traicionadas a menudo encuentran un refugio en el swingerismo, donde todo se discute y consensúa”, reflexiona.

La sociedad y la libertad

Para quienes viven el estilo swinger, resulta difícil trasladar la libertad que disfrutan a otros aspectos de la vida. “La sociedad es cruel. Una amiga expresó que me veía como alguien respetable y que se sorprendió al saber que participo en orgías. Esto demuestra la ignorancia que existe”, comparte una organizadora de eventos madre de dos adolescentes, quienes conocen su estilo de vida.

Hace cinco años, a sus 40, Yamila Ibarra dio un giro en su vida tras divorciarse, explorando nuevas experiencias. “Hace ocho años, junto a Dardo, iniciamos un club swinger en Mar del Plata, aunque al principio no éramos swingers nosotros mismos”, relata. “La gente se siente incómoda con lo diferente y a menudo juzga sin entender. Nos mantenemos firmes en nuestros principios de respeto y consentimiento mutuo”, explica Yamila.

Yamila, quien también forma parte de la dirección de ASLA, afirma haber dejado la monogamia, aunque la respeta. “Dentro del mundo swinger, hay libertad, pero también normas”, explica. “Por ejemplo, en el intercambio de parejas se pueden establecer límites como no darse besos. Todo se discute previamente, y se expone abiertamente para que todos respeten los límites propios”, dice. Sus hijos, de 23 y 21 años, comprenden su estilo de vida y la acompañan ocasionalmente a estos eventos.

Al regresar del gimnasio, Gustavo Tisker bromea sobre cómo ha influenciado a su pareja, Rebeca Cornejo, en los últimos quince años. “Sabemos que no gozamos de buena reputación para algunos fuera de la comunidad. Sin embargo, este estilo de vida es una experiencia gratificante que desearíamos no termine nunca”, dice Gustavo, un peluquero del Abasto. Rebeca, quien trabaja en un sex-shop y se considera bisexual, cuenta cómo han integrado a otras personas en su relación, siempre con respeto y de manera equilibrada.

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María Dalesio, coach ontológica de 48 años, expresa que, tras casi veinte años de matrimonio, encontró en el swingerismo la oportunidad de explorar nuevas formas de conexión. “El poder hablar abierta y honestamente sobre lo que me gusta, sin tabúes, es increíble”, comenta Maria. Aunque ha enfrentado críticas por su estilo de vida, defiende que el swingerismo ofrece lecciones valiosas sobre cómo relacionarse en una manera libre y consciente.

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