Mendoza obligada a compensar a familia de niña hospitalizada por acoso escolar

Una estudiante de una escuela pública en Godoy Cruz, involucrada en una serie de indeseables eventos, sufrió un calvario en manos de un compañero de aula a través de episodios de violencia como empujones, insultos y agresiones físicas continuas.

La situación se tornó tan grave que la niña tuvo que ser hospitalizada en el principal centro pediátrico de Mendoza debido a un estado de ansiedad provocado por el miedo constante que experimentaba en su lugar de estudio.

El sistema judicial mendocino ha determinado que la Dirección General de Escuelas del Gobierno de Mendoza debe compensar económicamente a la familia de la niña, en razón de no haber tomado medidas suficientes para prevenir el acoso escolar que sufrió.

La sentencia del Tribunal de Gestión Asociada Segundo critica “la ausencia de estrategias efectivas por parte de la institución escolar para abordar la situación”.

Frente a las quejas de los padres, una de las respuestas ofrecidas por la escuela fue: “Evitar que compartiera los recreos con su agresor y llamar a la reflexión a los estudiantes”.

La solución mencionada fracasó, pues cuatro días después de la intervención escolar la tensión recrudeció. Un nuevo incidente, que también involucró a las hermanas de los involucrados, fue registrado en un acta escolar.

La condena por el acoso escolar fue establecida el 19 de junio de 2025, cuatro años posteriores a los eventos mencionados.

Un Año de Acoso y Violencia

Durante los años 2021 y 2022, la alumna identificada como A. C. sufrió persistentes abusos por un compañero de clase. Tenía apenas 11 años cuando iniciaron los maltratos que incluyeron golpes, empujones e insultos, llevándola a un estado crítico de angustia que derivó en su hospitalización por problemas de salud mental.

El abogado defensor de la familia, Andrés Miranda, explicó que la víctima padeció acoso durante casi un año, sin que las acusaciones hacia el agresor, identificado como S. D., condujeran a medidas efectivas por parte de la escuela.

La resolución judicial ordena indemnizar a la familia con $3.717.781, más los intereses acumulados, por el impacto emocional y las lesiones sufridas por la menor en el mencionado periodo.

Escaso Soporte Institucional

La jueza Jorguina Iermoli Blanco, afirmó que la escuela no siguió un protocolo efectivo para gestionar el bullying, limitándose a documentar los hechos sin tomar acciones contundentes.

La menor presentó notables signos de deterioro emocional, marcados por episodios de llanto y tristeza. Los padres solicitaron la asistencia de psicólogos, quienes urgieron a la escuela a cambiar de turno a uno de los estudiantes o tomar medidas para proteger a la niña. Sin embargo, esto no se concretó más allá de meras sugerencias de reflexión.

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Al recibir pocas respuestas efectivas de la escuela, la menor empezó a manifestar rechazo por asistir a clases y experimentar un descenso en su desempeño académico. Aún en su tiempo libre, los encuentros fortuitos con su acosador provocaban serios desequilibrios emocionales.

A medida que los acosos persistieron en el siguiente año, se intensificaron y también involucraron a los padres de ambos menores, resultando en amenazas de violencia física.

La afectación emocional llevó a la niña a ser ingresada en el hospital Notti en mayo de 2022, donde permaneció durante cuatro días bajo la evaluación de salud mental. Solo tras este incidente crítico la escuela optó por cambiar el turno de la menor, afectando sus lazos con sus compañeros.

A pesar de todas aquellas carencias, el centro educativo no proporcionó soporte psicológico ni implementó el “Acuerdo de Convivencia” exigido por las normativas vigentes, exacerbando una desafortunada situación de acoso ejercido por un varón contra una mujer, que requería una perspectiva de género para su correcta resolución.

La reclamación de la familia incluye compensación por el daño moral sufrido y los gastos médicos eventualmente incurridos.

Relatos Impactantes

Los testimonios ofrecidos durante el juicio reflejan cuadros de violencia desbordante: “El agresor la empujó por las escaleras; en otra ocasión le arrojó alcohol en el rostro y la golpeó en el estómago; el chico se victimizaba ante los docentes provocando desesperación e impotencia en ella; sus intentos de defensa fueron infructuosos, y las autoridades apenas registraban leves advertencias sin solución; los insultos y humillaciones eran constantes; y las docentes, temerosas de la familia del agresor, preferían no intervenir.”

La madre contó cómo encontró a su hija durante el incidente en la escuela: “En el suelo, temblorosa y vencida por los nervios, incapaz de levantarse. A pesar de mi insistencia para que se tomaran en serio la situación, solo llamaron una ambulancia que eventualmente la llevó al hospital, donde quedó bajo observación para prevenir un daño auto infligido, debido a que casos anteriores de bullying habían terminado en intentos de suicidio.”

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Una de las psicólogas involucradas en el caso ofreció detalles durante el juicio sobre los niveles de ansiedad y tristeza que persistían en la joven, quien, al avanzar en su educación secundaria, continúa enfrentando desafíos para confiar en sus pares y establecer nuevas amistades.

Redactor: Corresponsal de Mendoza

MG

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