La profesora de matemáticas que levanta más de 300 kg y aspira a recuperar el título mundial

La increíble jornada de una profesora y atleta

En punto de las ocho de la mañana, el primer timbre marca el inicio del día para Fátima Evangelina Ruiz Díaz. Listo el itinerario, comienza la clase de matemáticas. No importan las pocas horas de sueño o las molestias de una vieja lesión; a esa hora, las ecuaciones y los números son su prioridad. Más tarde, a las cinco de la tarde, la puerta del aula se cierra y ella embala sus pertenencias para dirigirse al instituto de formación docente, donde estudia de 17:30 a 22, preparándose para enseñar en secundaria.

Entre libros y pesas: el gimnasio, su santuario

En el entretiempo de su día, tiene un breve intervalo de noventa minutos. Mientras otros aprovecharían para descansar, Fátima elige el gimnasio. Además de impartir clases, se ha consagrado como campeona nacional en powerlifting, una exigente disciplina de levantamiento de pesas que desafía la fortaleza con pruebas de sentadilla, press de banca y peso muerto.

Compromiso con el deporte y los desafíos personales

Con la salida de clase a las diez de la noche, en lugar de regresar a casa, continúa hacia el gimnasio, donde entrena hasta bien entrada la madrugada. Solamente entonces, agotada pero satisfecha, retorna a su hogar. Al día siguiente, la rutina se repite, una vida cargada de sacrificios que ha adoptado con pasión.

La carrera de Fátima en el powerlifting

Originaria de Entre Ríos, Fátima acaba de alcanzar el medio siglo de vida. En lugar de disminuir su ritmo, potencializa cada jornada. Sentenció: “El powerlifting me encontró por casualidad”. Un encuentro que se dio hace ocho años, cuando su entrenador Facundo —con antecedentes en gimnasia artística— la incitó a escrutar los niveles de su categoría. Los pesos levantados eran impresionantes (130 kg en peso muerto, 55 en banco y 80 en sentadilla) y parecían inalcanzables.

“Me reí al pensar que sería imposible”, recuerda. No obstante, su entrenador añadió: “Todo se logra con entrenamiento”. Lo que comenzó como un pasatiempo se convirtió en disciplina y esfuerzo, un camino de perfección que abrazó totalmente.

En cuestión de meses, ya estaba participando en competiciones. “Es un deporte de gran sacrificio, el entrenar a tope lleva a un desgaste físico y mental tremendo”, detalla, transmitiendo su amor por el ejercicio a sus hijos.

Hoy sus cifras rompen récords y superan aquellas que alguna vez pensó imposibles: 146 kg en peso muerto, 67,5 kg en press de banca y 115 kg en sentadilla, para un total impresionante de 322,5 kg. “Constantemente estás superando tus propios límites”, afirma.

La profesora compite en dos divisiones: Open (para mujeres de 23 en adelante) y Master II, aunque ahora se trasladará a Master III debido a su edad avanzada de 50 años. A pesar de ser campeona nacional durante tres años consecutivos, sigue centrada en su progreso y sus logros.

En agosto, sufrió una lesión seria (trocanteritis) al intentar levantar 120 kilos en sentadilla durante el torneo nacional. “Debo visitar al kinesiólogo dos veces por semana para masajes. El camino no será fácil, pero mi objetivo es el Mundial y no puedo dejar pasar la oportunidad”, afirma decidida, tras su cumpleaños 49.

Esta edición se celebrará en Corrientes, del 13 al 16 de noviembre. El año anterior, logró clasificarse, pero no pudo viajar a Rusia por limitaciones económicas. Proveniente de obtener el título en el Mundial de Brasil en 2023, no pudo defenderlo. Ahora, con el mundial a nivel local, retorna con el deseo de revancha y la firmeza para probar de qué está hecha.

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A pesar de su impresionante trayectoria, sus ingresos no reflejan su sacrificio. Sin patrocinadores y con deudas que apenas le permiten llegar a fin de mes, confiesa: “Me quedan sólo 140 mil pesos para afrontar mis gastos mensuales”.

Las deudas derivan de su participación en el torneo nacional debido a su modesto salario como docente. Inscribirse cuesta 200 dólares y a eso se suman gastos de alojamiento y desplazamientos, incluyendo una semana antes del pesaje.

Su preparador físico no le cobra, consciente de sus limitaciones económicas. Prefiere endeudarse con la entidad bancaria antes de incomodar a sus amigos. Sin importar las dificultades, sigue adelante, compitiendo por su cuenta, entrenando y triunfando. En una ocasión, viajó con su equipo en auto durante seis días para asistir al sudamericano en Bolivia, donde obtuvo el primer puesto y fue reconocida como la atleta más vigorosa del torneo.

“El deporte debe visualizarse desde todas sus facetas, no sólo en el ámbito profesional o futbolístico”, sostiene la destacada deportista de powerlifting, quien recibe contribuciones en el alias Copa.Mundial.FRD a nombre de Fátima Evangelina Ruiz Díaz.

Su pasión por enseñar

“Me encanta aprender. Encuentro felicidad en lo que hago. Siempre mantengo una actitud positiva. La escuela y el gimnasio son mis lugares predilectos”.

Sus estudiantes la respetan y admiran. “A veces me dicen en broma, ‘A ver, seño, muestra tu fuerza’”, relata, entre risas. Más allá de los halagos físicos, Fátima tiene una perspectiva de vida clara.

“Creo que ser profesora viene en parte de mis experiencias en el deporte: me ha inculcado el sentido común y el valor de no justificarme. Si quiero algo, lo logro. Compagino mi vocación docente con mi lado deportista”, explica.

Se emociona con sus reflexiones. “Me veo como docente, pero funciono como en el deporte, y viceversa, es algo curioso”, comenta.

Algunas de sus amigas la consideran excéntrica por su estilo de vida, pero no se ofende. “No tengo nada que perder. Me replanteo donde no me siento bien y me retiro de allí. Estoy en donde deseo estar, avanzando sin detenerme ante nada”.

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A los 50 años, Fátima Ruiz Díaz continúa su entrenamiento con dolor, enseña con entusiasmo y vive con inquebrantable determinación. Al final del día, cuando regresa del gimnasio mucho después de medianoche, siente la satisfacción de estar haciendo lo que le apasiona.

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