Un amor marcado por el dolor
El cuadro era devastador. Melina yacía inerte en la acera. Cerca de ella, su pareja, Facundo, aún estaba consciente, aunque había perdido mucha sangre. No había logrado ver a Melina hasta ese momento. El padre de Facundo fue uno de los primeros en llegar tras recibir noticias del accidente que sufrió su hijo con su novia. Facundo repetidamente preguntaba por ella, hasta que una doctora le informó sobre su muerte. Desesperado, miró a su padre y le suplicó: “Pá, dejame morir”.
Facundo Leonelli, de 23 años, y Melina Zelarayan, de 26, se conocieron hace poco más de tres años. El 8 de noviembre, tras compartir una cena de pizzas en casa de Melina, montaron su moto para dirigirse a casa de la hermana de él, situada en Luis Guillón, en el municipio de Esteban Echeverría, cerca de la medianoche.
Mientras cruzaban la intersección de las calles Luis de Sarro y Zuviría, un Ford Focus blanco conducido por Alfredo Hugo Fraga, de 39 años, impactó contra ellos. El coche circulaba en dirección contraria y giró sin indicar con la luz de giro. A bordo del vehículo viajaban otras tres personas que se dieron a la fuga tras el accidente.
Sus cuerpos quedaron derrumbados cerca el uno del otro. La moto Honda Twister blanca que conducían apenas presentaba daños. En ese punto de la ciudad no hay cámaras de seguridad, semáforos ni reductores de velocidad.
Cuando llegaron la Policía y una ambulancia, constataron que Melina había fallecido, a solo 10 minutos de la medianoche. Facundo, con una pierna severamente dañada, fue hospitalizado y debieron amputarle la pierna izquierda para salvar su vida, aunque se encontraba en estado crítico.
El dolor de un padre que no se rinde
Francisco Leonelli, de 43 años, padre de Facundo, vivía cerca del lugar del accidente, y un amigo de su hijo le avisó de inmediato. La escena que presenció quedó grabada en su memoria para siempre.
Francisco recordó cómo levantó a Facundo para colocarlo en la camilla de la ambulancia. Su hijo rogaba que no lo dejara morir, cuestionando la ausencia de su novia. Francisco mantuvo la mano de Facundo para evitar que mirara a Melina. Una enfermera mencionó a una policía que ella había muerto, lo que llevó a Facundo a repetir a su padre: “pá, dejame morir”. Francisco habló con un nudo en la garganta, pidiendo disculpas. A pesar de la gravedad de la situación, su esperanza no decae.
“Se enfrentó a un asesino, no fue accidente, fue asesinato”, declaró Francisco, refiriéndose a Fraga. Aseguró que “es alguien vinculado al narcotráfico y aterroriza al barrio”.
Anteriormente, Facundo trabajaba en un depósito de MercadoLibre, pero un intento de robo que le dejó herido en una mano lo obligó a dejarlo. Con el dinero de la indemnización, compró otra moto y comenzó a construir un pequeño negocio familiar.
Francisco clama justicia, requiriendo la máxima sanción, calificando a Fraga de asesino, no de persona. “Hay un asesino libre entre nosotros”, afirmó Francisco.
El legado de una madre
Melina era madre de Ramiro, un niño de 8 años, y trabajaba como asistente en el jardín de infantes N° 606 de Ezeiza, donde cariñosamente la llamaban “la seño Miel”. Este apodo se ganó debido a la dulzura con que trataba a los pequeños.
Su madre, Vanina Ayala, de 44 años, recuerda a Melina como una madre, hija y amiga ejemplar, llena de alegría. La noche del accidente cambió para siempre su vida.
“Jugamos a las cartas y nos despedimos”, narró Vanina. Poco después, se le comunicó la trágica noticia. Los vecinos llamaban y ninguno de los mensajes llegaba a Melina o Facundo. Finalmente, su hijo le informó del fallecimiento de Melina.
Desesperada, Vanina acudió al lugar del accidente donde encontró a su hija entre muchas personas grabando y tomando fotos. Los policías no le permitían acercarse.
Vanina no consigue mencionar el nombre de quien causó la muerte de su hija y yerno. “La imprudencia de ese conductor puso fin a sus vidas, y sigue libre”, se lamenta Vanina.
“No quiero que mi niña se convierta en una cifra más. Mi vida cambió cuando ella falleció. Continuo porque tengo otro hijo y un nieto, pero mi corazón está roto”, expresó emocionada Vanina.
La batalla legal en busca de justicia
El acusado, Alfredo Hugo Fraga, estuvo detenido brevemente, y se le realizó un examen toxicológico. Sin embargo, el fiscal Andrés Devoto lo liberó después de imputarlo por “homicidio culposo”. En el lugar del accidente se halló una sustancia rosada, posiblemente tusi.
Marcelo Ponce, abogado de ambas familias, planea solicitar una nueva calificación del delito, proponiendo la figura de “homicidio con dolo eventual”, que conllevaría una pena más severa.
El letrado denuncia irregularidades en la investigación inicial y pide que otro organismo lleve adelante las pericias. “Trabajaremos duro para que se haga justicia por Melina y Facundo”, concluyó Ponce.
El vinculo amoroso entre Melina y Facundo comenzó hace poco más de tres años. A pesar de las dificultades, el amor prevaleció, y el cariño de Ramiro por Facundo era sincero. Conocido por todos como “lechoncito”, mantenía una estrecha relación con el pequeño.
El apoyo terapéutico ayudó a Ramiro a enfrentar la pérdida de su madre. “Quedó marcado, duda de la existencia de Dios, y teme por nuestra seguridad”, relató la familia.
Una movilización pacífica fue organizada desde la Plaza de los Fundadores, con destino al municipio, donde tanto Vanina como Francisco recordaron a sus hijos, pidiendo justicia, convencidos de que su amor fue eterno.
