Vida diaria de un preparacionista
En cualquier instante, un colapso es posible, y estar listo es crucial. Esta idea guía a los preparacionistas, personas que se preparan para diversos tipos de catástrofes: desastres naturales, crisis sociales, conflictos bélicos, epidemias, y cualquier amenaza que pueda comprometer a la humanidad.
Conocimientos y herramientas necesarios
El diverso abanico de peligros demanda un conjunto amplio de destrezas y equipamiento. El preparacionismo es un movimiento que integra diversos conocimientos, desde la medicina y las comunicaciones, hasta la agricultura, la mecánica y la defensa personal.
“Si asistís a un curso de electricidad o primeros auxilios, de alguna forma estás participando en el preparacionismo. Es una actitud que implica preparación”, explica Leandro Azzolin, reconocido referente argentino, durante una conversación con Clarín.
Una filosofía de independencia
Sin embargo, ser “prepper” va más allá de adquirir ocasionalmente alguna habilidad práctica. Se trata de concebirse a uno mismo fuera del sistema. Asimilando que, en caso de desastre, nadie, ni estado ni comunidad, nos amparará de forma automática.
Leandro Azzolin, figura destacada del preparacionismo en Argentina, añade: “El preparacionismo no es en lo absoluto un movimiento de individualismo. A la inversa, está concebido para ser útil. Si ocurre un accidente en la vía pública, la misión del preparacionista es prestar socorro hasta la llegada de personal médico. Es entender que muchas veces el tiempo y espacio para esperar la intervención estatal son limitados, y es tu labor reducir esas demoras”.
César Weigandt personifica a la perfección el estado de constante alerta que caracteriza a cada preparacionista. Desde hace años, ejerce como instructor de supervivencia, certificado por la Asociación Mundial de Instructores de Supervivencia (SIWA). Conduce grupos de aspirantes al Delta de Tigre, donde los entrena en supervivencia utilizando recursos limitados.
En sus clases, Weigandt prioriza la jerarquía del movimiento preparacionista que comienza por encender fuego con elementos naturales, purificar agua y construir refugios eficaces para cualquier clima. Así mismo, ofrece formación avanzada en primeros auxilios, como el manejo de hemorragias y el tratamiento de la hipotermia.
Búnkeres personales y equipo esencial
El ícono de los preppers es un búnker lleno de alimentos duraderos y suministros médicos. Weigandt menciona que “ningún preparacionista te va a revelar lo que guarda en su búnker por seguridad.”
Por lo menos, siempre cargan una mochila con lo indispensable para subsistir. Tanto Azzolin como Weigandt siempre llevan consigo equipos comparables a los de un soldado. En sus mochilas se encuentran cuchillos, potabilizadores de agua, chisperos, cobijas térmicas que retienen 97% del calor corporal, refugios portátiles y kits de traumas para tratar lesiones graves.
El origen del preparacionismo encuentra su raíz en las prácticas rurales de principios del siglo XX, cuando se debía almacenar en ausencia de infraestructura básica. Durante la década de los 50, la Guerra Fría y el riesgo de una guerra nuclear lo consolidaron como un movimiento. La creación de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA) por Estados Unidos en 1979 corroboró la necesidad de preparación civil ante desastres, dándole un enfoque más amplio al preparacionismo.
“Existe el estereotipo de que los preppers son pro-armas, pero esta es una imagen sesgada. El uso de armas varía individualmente. No hay ningún mandato al respecto. Personalmente, no enseño sobre armas de fuego. Mi línea de enseñanza no pasa por ahí”, aclara Weigandt.
Proporciones y percepción
No existen datos oficiales sobre cuántos preppers hay en Argentina, pero Azzolin y Weigandt aseguran que son cada vez más. Se estima que hay entre cinco mil y siete mil adeptos, y contando a quienes practican de vez en cuando o como un hobby, el número podría subir a veinte mil o más.
Los preppers suelen ser criticados por vivir en un estado de alerta constante frente a situaciones improbables. Frente a estas críticas, Azzolin y Weigandt recuerdan el Covid-19.
El confinamiento no los sorprendió: tiempo antes de que la OMS declarara la pandemia, ya habían diseñado un plan para enfrentar el posible desabastecimiento de supermercados y farmacias.
“El preparacionista es alguien que junta piezas. Lees sobre eventos globales, observas, y de ahí sacas conclusiones. No siempre los eventos se desarrollan como se pensó, pero es un ejercicio continuo de anticipación”, narra Weigandt.
El entorno y las circunstancias definen a los preppers. La intensidad y los retos son diversos. En EE.UU., donde el preparacionismo se asocia con ideologías conservadoras, hay más de veinte millones de practicantes, a diferencia de Ucrania, afectado por la guerra con Rusia. Aunque la esencia es la misma, la aplicación del preparacionismo depende de cada contexto.
“Hay que prepararse para escenarios concretos. Si alguien se dice listo para el fin del mundo, no es preparacionista real, sino un fantasioso. Cada país tiene su realidad; en Argentina, lo más probable podría ser un estallido social o un desastre climático”, concluye Azzolin.
AA