La experiencia narrada por el escritor Hernán Casciari, quien sobrevivió a un infarto en Uruguay en 2015 mientras se hospedaba en una casa de alquiler, sirve como punto de partida para discutir las incertidumbres y dilemas que surgen al intentar retomar la vida sexual tras un episodio cardíaco. La historia inspiró una serie en Disney+, protagonizada por Alan Sabbagh.
Edmund Burke, filósofo, sostiene que “el miedo es el más ignorante, el más injusto y el más cruel de los consejeros”. Por tal motivo, los expertos enfatizan la importancia de obtener información médica adecuada para despejar miedos y clarificar los verdaderos riesgos del sexo post-infarto.
Mario Boskis, miembro de la Sociedad Argentina de Cardiología (MTSAC), explica que la actividad sexual, al igual que cualquier ejercicio que eleve la presión y frecuencia cardíaca, podría provocar un infarto, pero el riesgo es reducido. “Incluso en pacientes que han tenido un infarto, si están estabilizados y sin síntomas, la probabilidad de un nuevo evento es baja, estimada en aproximadamente el 1% anual”, informa.
El psiquiatra y sexólogo Walter Ghedin advierte que el 44% de las parejas experimentan una reducción del deseo, problemas de erección y orgasmo, y disminución de la frecuencia de encuentros después de un infarto.
¿Qué papel juegan la edad y la forma física en volver a la vida sexual? Los especialistas indican que tanto hombres como mujeres duplican las posibilidades de presentar disfunciones en este ámbito tras un infarto.
“La ergometría, que mide la capacidad cardiovascular en METs (la intensidad del esfuerzo y consumo de oxígeno), es clave. Si alcanza al menos 4 METs (equivalente a caminar 1.4 km en 20 minutos, sin síntomas), se autoriza el reinicio de la vida sexual”, explica Boskis.
El impacto emocional
El regreso al terreno erótico no ocurre de inmediato. El miedo a la carga física, la ansiedad por un posible nuevo infarto, y la falta de disfrute o anhedonia, crean un cóctel emocional que afecta al paciente que quiere volver a la intimidad, según expertos consultados.
Las emociones influyen claramente, y la forma en que se manejan puede facilitar o entorpecer el camino. “El pavor al fracaso o al esfuerzo físico excesivo genera ansiedad anticipatoria, pensamientos intrusivos y estrés, lo que dificulta la función eréctil”, explica Alderete.
El temor no solo afecta al sobreviviente de un infarto, sino también a su pareja. Ghedin menciona que en un estudio, el 57% de las mujeres que sufrieron un infarto experimentaron estrés en su vida sexual y el 47% de sus parejas también.
Medicamentos y problemas sexuales
Los medicamentos post-infarto para el cuidado del corazón pueden impactar negativamente en la función sexual, ocasionando disfunción eréctil en hombres y reduciendo el deseo sexual en ambos sexos. Los expertos señalan la importancia de consultar con el médico antes de alterar cualquier tratamiento debido a problemas en la calidad de las relaciones íntimas.
El uso de fármacos para la disfunción eréctil, como la “pastillita azul”, es tema de debate. Ghedin explica que aunque pueden dilatar las arterias coronarias, la relación entre el uso de estos medicamentos y el riesgo de un infarto es controversial. Aconseja la evaluación médica antes de usarlos tras estabilizar el estado coronario.
Alertan que a menudo, la disfunción eréctil es señal de un posible infarto futuro, dado que el problema puede reflejar una afectación simultánea en las arterias coronarias.
Recomendaciones para retomar la intimidad
Generalmente, se considera que la recuperación de la vida sexual puede iniciarse entre dos y tres semanas después de un infarto. Alexis Alderete, psicólogo especializado en sexología, aconseja reanudar la intimidad gradualmente para disminuir la ansiedad anticipatoria y adquirir seguridad.
“Comenzar con gestos cariñosos, enfocándose en las sensaciones, y desplazar el énfasis del coito, permite entender que la sexualidad se vive plenamente en cada pareja”, sugiere Alderete.
Si surgen disfunciones, recomienda acudir a un urólogo o sexólogo clínico. Además, subraya la importancia del ejercicio físico: “Probar nuevas posiciones para evitar la fatiga y mejorar la comunicación en la pareja es fundamental”.
Para disipar el miedo y fomentar una vida saludable post-infarto, Boskis propone unirse a programas de rehabilitación cardiovascular, que incluyen ejercicios controlados y asesoría de nutricionistas y cardiólogos para mejorar la calidad de vida.
