El superviviente con más visitas al sitio de la Tragedia de los Andes y su misión única en la Cordillera

“Uno de los motores que me impulsó a seguir durante esos meses fue imaginarme viendo a mi padre nuevamente. Abrazarlo, demostrarle cuánto lo quiero y que sepa que su familia no desapareció por completo en la cordillera”. Estas fueron las palabras que Fernando “Nando” Parrado compartió con la televisión chilena sobre la razón principal que lo motivó a emprender la agotadora travesía de 10 días a través de la cordillera, acompañado por Roberto Canessa.

Un retorno inesperado

Esta increíble hazaña permitió que los 16 sobrevivientes del vuelo Fairchild FH-227D, perteneciente a la Fuerza Aérea Uruguaya y que transportaba 45 personas, lograran regresar a sus hogares. El avión se estrelló en la cordillera de los Andes el 13 de octubre de 1972.

El legado de Seller Parrado

Seller Parrado, fallecido en 2008, jugó un rol fundamental en esta aventura. Nando ha relatado que, tras la pérdida de su madre y hermana en la montaña, el deseo de reencontrarse con su padre le proporcionó las fuerzas necesarias para continuar en la nieve.

Una misión significativa

La presencia de Seller también fue crucial para Eduardo Strauch, un arquitecto de 77 años, quien ha visitado más veces que nadie el Valle de las Lágrimas, el sitio del trágico accidente en El Sosneado, al sur de Mendoza.

Por ello, asumió una misión muy especial para el grupo de sobrevivientes. A petición de Graciela Parrado, hermana de Nando, Eduardo fue el encargado de transportar las cenizas de Seller al Valle de las Lágrimas hace diez años. “Nando no deseaba regresar otra vez, y no podía negarme a cumplir el último deseo de su padre: descansar junto a su esposa e hija fallecidas”, explica Strauch.

Una conexión perpetua

En enero de 2025, Eduardo viajó desde Uruguay a Mendoza. Participó en dos expediciones a caballo hasta la cruz donde reposan los restos de sus amigos que fallecieron en la caída del avión y en la posterior avalancha.

De vuelta el miércoles pasado, Strauch presentó su último libro titulado “Desde el Silencio” durante una inspiradora charla en la bodega Club Tapiz, en Maipú.

Entre viñedos y olivos, el sobreviviente que ha vuelto 22 veces a la cordillera compartió con Clarín sus sentimientos de retornar continuamente al lugar que transformó su vida.

–¿Cómo se encuentra?

–Estoy en mejor condición de la que esperaba a mis 77 años. Me mudé al campo y continúo con pequeños trabajos de arquitectura. Desde la película ‘La Sociedad de la Nieve’ de J. A Bayona, he viajado por el mundo, dando charlas. La película es extraordinaria, ha conmovido incluso a generaciones que desconocían la historia y ahora se muestran fascinadas; incluso jóvenes y adolescentes interesados han buscado más información. Es muy satisfactorio, pues nuestra historia ha brindado esperanza a muchas vidas. Gente con depresión ha hallado en nuestra experiencia de supervivencia una luz.

–¿Qué lo motiva a regresar al sitio del accidente?

–Con el tiempo, las razones han cambiado. Han pasado 52 años. La primera vez fue en 1995, sintiendo todos la necesidad de ir, aunque solo 13 de los 16 acudimos. Dos nunca mostraron interés en volver: Bobby François y mi primo Daniel Fernández. Siempre me emociono, puedo llorar a mis amigos, lo que no pudimos hacer durante los 71 días en “la sociedad de la nieve”.

–¿Cuál ha sido su experiencia más conmovedora?

–El primer viaje con los sobrevivientes, y después cuando fui con mi familia. Pero hubo una ocasión muy especial, que no había revelado antes, hace algunos años.

Recordando las palabras de su amigo Nando, “Cada paso que dé, estaré más cerca de mi padre, más cerca de la vida”, Eduardo asegura que Seller Parrado manifestaba a sus hijos Nando y Graciela que deseaba que sus cenizas estuvieran cerca de su esposa Eugenia y su hija Susy, fallecidas en el accidente.

“Nando ya no deseaba volver a la cordillera, y su hermana me pidió que la acompañara, sabiendo que era yo quien más veces había ido. Cumplí con el deseo de Seller llevando sus cenizas en una mochila. Fue una experiencia muy conmovedora”, narra Eduardo.

–¿Ha cambiado el sitio del accidente?

–Mucho. Se estima que el glaciar que sostenía el avión se ha desplazado aproximadamente 100 metros. Con el deshielo de algunos eneros, aparecieron nuevas piezas del fuselaje.

–¿Qué pasa por la mente al caer desde un avión?

–Era inconcebible. Veníamos de una vida placentera, y de repente, el horror. Tuvimos que lidiar con amigos fallecidos, y la constante sed y hambre. Derretir nieve fue un desafío, hasta que mi primo Adolfo encontró una forma de hacerlo utilizando una chapa.

–¿Qué cree que habría cambiado si hubieran sabido que Argentina estaba más cerca?

–Salir hacia Argentina habría sido imposible. En 1972, cruzar los caudalosos ríos helados era impensable. Encontrar vida humana en la zona de El Sosneado también resultaba poco probable. Chile, siendo más angosto, ofrecía mayores probabilidades de encontrar una carretera o un pueblo.

–¿Cómo recuerda el momento en que supo que sus amigos habían llegado?

–Desesperados, captábamos la señal de radio que confirmaba nuestra invisibilidad ante un rescate. Sin embargo, el 22 de diciembre de 1972, escuchamos que dos uruguayos habían sido encontrados. La emoción al oír el Ave María fue indescriptible. Fue el instante más feliz de mi vida, algo que duró meses.

–¿Por qué sobrevivieron?

–La importancia del equipo y del mundo del rugby fue crucial. Nuestra formación y educación nos permitieron adaptarnos y crear soluciones a los problemas básicos.

–No tuvo remordimientos por lo vivido.

–Nunca he sentido culpa. Era sobrevivir o morir, enfrentamos aquellos tabúes culturales, incluso llegando al punto de ofrecer sacrificarnos unos por otros.

–¿Cómo fue perder el miedo a volar?

–Soy un viajero frecuente y después de un par de vuelos posteriores al accidente, logré superar el miedo. Sigo confiando en la seguridad de los aviones, siendo más consciente de su funcionamiento con cada viaje.

–En aquellos días rezaba, aunque no creía en Dios.

–Rezar se convirtió en un mantra que repetía junto al grupo, pero sin creer realmente. Mi conexión espiritual es con la naturaleza, el cosmos, y la humanidad.

El impacto de la tragedia de los Andes

El 13 de octubre de 1972, la historia cambió para 45 personas que viajaban a Santiago de Chile desde Montevideo. La mayor parte del grupo, pertenecientes al Old Christians Rugby Club, se dirigía a un amistoso con All Boys de Chile. Jamás alcanzarían su destino ya que el avión se estrelló en la cordillera.

Actualmente, 14 de los 16 sobrevivientes siguen vivos y se mantienen comunicados mediante un grupo de WhatsApp denominado Cordillera, reuniéndose al menos una vez al año.

Para Eduardo Strauch, participar en la última edición de los Oscars y asistir a la premiere de “La Sociedad de la Nieve” fueron experiencias memorables.

El éxito del director J. A Bayona ha propiciado la producción de más documentales, incluyendo una docuserie de Netflix.

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Sobre su futuro, Strauch comenta: “Estoy en buena forma a 30 años de cumplir mi objetivo de vivir 104 años, inspirado en el arquitecto Oscar Niemeyer”.

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