Un poco más del 50% de los jóvenes en Argentina, de 9 a 17 años, utiliza la inteligencia artificial (IA), y de este grupo, aproximadamente el 66% lo hace con objetivos académicos. Este dato forma parte del estudio Kids Online Argentina, liderado por Unicef y Unesco, que por primera vez evaluó el conocimiento y aplicación de IA generativa entre los chicos y adolescentes argentinos.
La investigación fue diseñada para reflejar resultados a nivel nacional, considerando variables como edad, género y nivel socioeconómico, y se basó en una muestra de 5.910 jóvenes de escuelas primarias y secundarias, tanto públicas como privadas.
El sorprendente hallazgo, confirmado por Cora Steingerg, especialista en educación de Unicef Argentina al diario Clarín, es que cerca de 2,5 millones de jóvenes entre 9 y 17 años usan IA generativa (IA) con fines educativos, representando así el 58% de los jóvenes encuestados. Un 18% está familiarizado con la tecnología pero aún no la utiliza, mientras que un 24% no la conoce.
¿Quiénes usan más la inteligencia artificial?
Según Cora Steinberg, el empleo de IA para propósitos académicos es más común entre las mujeres y los adolescentes de 15 a 17 años. Los datos muestran variaciones según la edad, siendo los adolescentes mayores los que más la utilizan. También hay una mayor utilización reportada por quienes pertenecen a niveles socioeconómicos medios y altos.
Dentro de este contexto, las mujeres de 15 a 17 años de nivel socioeconómico alto son las que más explotan la IA en la educación.
Desigualdad social y brecha digital
El estudio, además, destaca cómo el acceso a herramientas de IA generativa también actúa como un indicador de desigualdades sociales persistentes y retos educativos. Un mayor acceso a la tecnología puede potenciar el aprendizaje y las habilidades digitales entre los jóvenes, ayudándoles a maximizar oportunidades y reducir riesgos asociados.
El reporte también indica que 60% de los encuestados busca información en línea casi diariamente para estudiar, una cifra que disminuye al 30% en hogares de bajos recursos.
El conocimiento sobre seguridad online es elevado, ya que el 81% de los jóvenes conoce la importancia de no compartir ciertos datos en redes y 90% sabe gestionar su lista de contactos. Aproximadamente el 82% también sabe cómo denunciar conductas inadecuadas en plataformas o redes sociales. Sin embargo, estas habilidades son menos comunes entre los jóvenes y aquellos de menor nivel socioeconómico.
Un 95% de los jóvenes tiene acceso a un smartphone con Internet. Al igual que en otros países de América Latina, se observa que los niños acceden a estos dispositivos a edades más tempranas; el 83% de los niños entre 9 y 11 años tuvo su primer celular antes de los 10 años, una experiencia que sólo tuvo el 20% de los adolescentes de 15 a 17 años.
La mitad de los jóvenes afirma haber aprendido algo nuevo navegando en la web, aunque el 60% cree que el primer resultado de búsqueda siempre es el mejor. Las actividades más comunes incluyen el estudio, el entretenimiento y la interacción social en al menos una o dos redes sociales.
Desafíos y riesgos en el entorno digital
El contacto con desconocidos es uno de los principales riesgos señalados: 1 de cada 10 acepta todas las solicitudes de amistad en línea, y 3 de cada 10 ha conocido a alguien que conocieron en el ámbito digital, de los cuales un 3% era adulto.
Casi 46% de los jóvenes percibe afectaciones en su rendimiento académico o dificultades al intentar reducir el tiempo que pasan con sus dispositivos electrónicos, lo que se señala como un uso problemático de celulares, videojuegos e Internet.
Las apuestas en línea también son un problema creciente: un 24% de los adolescentes de entre 12 y 17 años, en su mayoría varones, ha participado en apuestas de dinero en Internet, con una incidencia que aumenta con la edad.
Respecto a los contenidos online, al menos dos tercios han visto información sobre adelgazar o ganar dinero rápidamente. Cerca de la mitad ha buscado temas relacionados con la discriminación, violencia o consumo de sustancias. Más de un cuarto también ha estado expuesto a contenido sobre autolesiones o suicidio, evidenciando la necesidad de apoyo y acompañamiento.
En estas situaciones, la mediación parental es crucial. Los datos demuestran que una mayor implicación de los padres en el manejo de tecnología reduce significativamente la exposición a riesgos en línea, a diferencia de familias donde esta mediación es escasa o inexistente.
La relación entre el grado de intervención parental y la conducta de riesgo digital es clara en jóvenes de 12 a 14 y de 15 a 17 años.
MG
