Joven argentino de 18 años se destaca entre 18,000 aspirantes globales y obtiene beca de Meta

Cuando Valentino Profumo tenía apenas tres años, recibió su primera computadora como regalo. A esa edad, aún no sabía leer ni escribir, por lo que su abuela, que era maestra de primaria, le preparaba tarjetas con las palabras necesarias para encontrar sus juegos favoritos, y él las copiaba en el teclado.

Ahora, quince años más tarde, aquel niño ha sido seleccionado de entre 18,000 candidatos globales para recibir una beca internacional de Meta, la empresa de Mark Zuckerberg. Valentino se ha convertido en el primer argentino en lograrlo. Aunque ahora sueña con viajar a Bariloche con sus compañeros de clase, su familia enfrenta dificultades económicas para costear el viaje.

Valentino tiene 18 años. Aunque nunca fue el mejor estudiante ni abanderado de su escuela, y el año pasado reprobó Matemáticas en inglés en el Colegio Del Carmen, un secundario bilingüe en San Rafael donde estudia bachiller en Informática, siempre sobresalió en computación. Desde una edad temprana, desarrolló un interés por lo técnico, estudiándolo de manera autodidacta.

Una pasión autodidacta por la tecnología

Con disciplina y un deseo insaciable de conocimiento, Valentino se adentró en el mundo de la programación por cuenta propia, explorando foros, viendo tutoriales y experimentando con nuevas tecnologías. Se topó con la oportunidad de la beca de Meta a través de un video en YouTube y se postuló sin grandes expectativas.

Inicialmente, Valentino envió un correo detallando sus habilidades y experiencia en diversas tecnologías, explicando por qué era un candidato adecuado. Tras ser aceptado, tuvo que pasar por varias pruebas de lógica y programación.

El desafío final

Luego de superar una entrevista y un proyecto guiado, Valentino llegó a la fase final, en la que solo 10 estudiantes permanecían. La última prueba fue presentar un proyecto en menos de un mes.

Su propuesta fue una inteligencia artificial diseñada para ayudar a personas con TDAH. La herramienta ofrece funciones como organización de horarios y alarmas que persisten hasta la finalización de una tarea, buscando mejorar la comunicación de manera pausada. Valentino deseaba crear algo con un impacto social positivo.

Entre tantos proyectos impresionantes, el de Valentino fue el único con un propósito altruista. Además, obtuvo el 100% en las pruebas técnicas, lo que lo llevó a ser uno de los diez finalistas mundiales y finalmente, ganar la beca.

Futuro prometedor y un nuevo horizonte

Uno de los criterios para ser seleccionado incluyó compartir los valores de Meta. Valentino notó que su proyecto era el único orientado a ayudar, mientras que los demás, aunque impresionantes, solo demostraban sus capacidades.

Gracias a esto, Valentino fue invitado a estudiar por dos años en Francia, en un centro académico creado por Meta. Él puede decidir hacer el viaje en 2026 o 2027, y hasta entonces está aprendiendo francés. Incluso ha recibido una oferta de clases gratis de una joven de Guaymallén que conoció su historia.

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Superando dificultades cotidianas

Valentino vive en Cuadro Nacional, San Rafael, con su madre, que trabaja como celadora, y su abuela, jubilada. Ambas han sido siempre su apoyo incondicional, motivándolo a soñar en grande.

“Mi mamá es mi referente. Siempre la he visto trabajando de todo, desde turnos dobles hasta abrir negocios propios. Me enseñó que si quiero algo, debo lograrlo por mis propios medios, sin saltar pasos ni aprovecharme”, relata Valentino. Su abuela, a quien describe como su segunda madre, estuvo siempre a su lado, especialmente cuando su madre trabajaba largas jornadas.

Pese a los logros, Valentino y su familia enfrentan desafíos. Mientras se prepara para ir a Francia, necesita reunir fondos para su viaje de egresados en diciembre, cuyo costo es cercano a 2,800,000 pesos. Hasta ahora, ha reunido poco más de 600,000 gracias a ahorros y donaciones.

Más allá de su amor por la tecnología, Valentino tiene otros intereses. Participó en la selección argentina de debate, obteniendo el puntaje individual más alto en un torneo de la Universidad de Pensilvania. “El debate es mi pasión. Empecé en la escuela y me involucré en Modelos ONU y competencias. Me encanta debatir sobre política, movimientos sociales y feminismo”, comenta.

Su nombre circula entre educadores y programadores que lo consideran una promesa. Pero él nunca olvida sus primeras lecciones, las que estuvo acompañado por las tarjetas creadas por su abuela.

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