El desafío final: cálculo en la carrera de montaña más dura del mundo

El coraje de un contador en la montaña

¿Qué resistencia deben tener los huesos de un contador de la ciudad de Buenos Aires para afrontar casi 174 kilómetros de carrera ininterrumpida? ¿Qué fortaleza anímica necesita un empleado de banca, comprometido con el deporte amateur, para trepar y descender montañas durante 46 horas continuas? ¿Qué motivación impulsa a este hombre de 51 años, quien aparta 8 horas diarias para su empleo en una oficina, solo para después lanzarse a correr donde su espíritu lo guíe?

Un sueño largamente anhelado

Alexis Soria, licenciado en Administración de Empresas y poseedor de dos posgrados, encuentra en correr su verdadera ocupación. Cada feriado, cada fin de semana, en las vacaciones e incluso en sueños, se dedica a alcanzar sus metas. Ha soñado miles de veces con la gesta que recientemente completó en los Alpes. Lo intentó en dos ocasiones y falló, pero a la tercera…

“Finalmente lo logré, es la mayor hazaña deportiva de mi vida”, expresa emocionado. Se refiere a la UTMB Mont-Blanc, la carrera de trail running más reconocida del planeta, donde puso a prueba su resistencia física y mental. Enfrentando 10.000 metros de ascenso acumulado, circunnavegó la montaña más alta de Europa, pasando por Italia, Suiza y Francia.

El próximo reto: el Ironman

Aún no satisfecho, su próximo objetivo es participar en un triatlón Ironman: nadar 3,8 km, pedalear 180 km y correr 42 km. Los sueños, dice, son lo que nutre nuestra existencia.

Alexis es un guerrero de sus propias contiendas. Reside en Lanús Oeste y lleva 31 años trabajando en el sector comercial y analítico de un banco prestigioso. Por las noches, disfruta del rock: toma clases en una escuela de Monserrat, destacándose en giros y pasos complejos.

Durante la carrera, en medio de tormentas de lluvia y barro, creyó que su sueño de llegar a la meta se desvanecía. Entonces comenzó a tararear “Walk Of Life”, una canción que celebra el poder redentor de la música. Su banda sonora improvisada bajo la lluvia incluyó a músicos como Jerry Lee Lewis y Charly García. Mientras avanzaba, “Demoliendo hoteles” resonaba en su mente, ayudándolo a demoler un kilómetro más. Los retos más severos surgían al anochecer, con sombras alargándose sobre el terreno. Continuó avanzando con una linterna en su frente, sintiendo el peso del cansancio como si estuviese cubierto de arena.

Enfrentando las inclemencias del tiempo

“Esta vez, además de lidiar con mis fracasos pasados, enfrenté tormentas que duraron 12 horas, nevadas en las cumbres y caminos llenos de barro que redujeron mi ritmo. Varios tropiezos, sobre todo en los descensos, me hicieron dudar de mi capacidad para alcanzar la posta del km 70 en tiempo. Pero opté por relajarme, canté, tomé algunas fotos de los paisajes nevados y reflexioné sobre cómo me recuperaría. Contra todo pronóstico, llegué a tiempo y seguí avanzando.”

Luego tuvo que decidir cuándo y cuánto dormir para recuperar energías: “Mi meta era descansar 20 o 30 minutos durante la segunda noche de carrera. Intenté ganar tiempo en cada fase. En el kilómetro 134 encontré una posta donde me ofrecieron un colchón y abrigo. Dormí 25 minutos y seguí adelante. Ver a otros corredores abandonando en cada estación era desalentador, ya que este año el clima no estaba de nuestro lado”.

Un final emocionante

Sin embargo, hasta el clima más complicado revela sus secretos. El último día despuntó caluroso, pero aún le quedaban 3 estaciones por vencer, 3 montañas por cruzar. “Al llegar a la cumbre de La Flegere, en el km 167, presencié abrazos entre corredores e incluso algunos se acercaron a saludarme. La emoción nació allí, perdurando hasta cruzar la línea de meta y comunicarme con mis seres queridos”.

Desde Lanús, sus padres, hermanas y amigos siguieron cada paso de Alexis a través del streaming. Reflexiona: “La vida está llena de cimas y valles, al igual que las carreras. La manera en que afrontamos problemas en la montaña nos enseña a resolver cuestiones diarias. Aunque estuve cerca de no terminar la carrera, como dice un amigo, el autentico éxito en la vida es intentarlo siempre”.

Alexis encontró en el running un escape, tal vez para alejarse de la cacofonía de cálculos resuena en su mente. Su primera aventura tuvo lugar en 2007, en Escobar, instigado por un amigo. Rápidamente, el deporte se tornó su estilo de vida e incluyó carreras urbanas de 10, 21, y 42 km, además de ultramaratones montañosos. Cada carrera, dice, se siente como la primera. Corre con el corazón expuesto, a pesar de su familiaridad con las alturas y profundidades.

Sin entrar en tecnicismos, aclara que la UTMB Mont-Blanc exige planificación y entrenamiento, no solo físico, sino también en equipo, alimentación durante la carrera y fortaleza mental. “La mente es lo que muchas veces determina si alcanzas la meta cuando el cuerpo está por ceder”, afirma. Su lema de vida es: “A veces se gana, y otras se aprende”.

Las dos ocasiones en que abandonó la carrera, recuerda, fueron necesarias para poder alcanzar la meta en la tercera. En 2022 abandonó en el km 114, y en 2024 lo hizo en el km 128.

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Alexis ha entrenado siempre solo, bien temprano por la mañana antes de dirigirse al banco. Lo hacía durante una o dos horas. ¿Su estrategia? Añadir un kilómetro más cada día. Para enfrentar su tercera experiencia en el Mont-Blanc, se confió a Laura Gordiola, una entrenadora prestigiosa, atleta de élite y masajista deportiva.

A solo siete kilómetros de la meta, entendió que lo había conseguido. Observó las sombras profundas de la montaña, miró más allá, hacia su vida y su pasado, y finalmente comprendió cómo y por qué había alcanzado ese punto esta vez.

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