Evolución en la paternidad: cómo ha cambiado el rol de los padres en el cuidado diario de sus hijos

En Argentina, se observa un cambio progresivo. Cada vez más hombres se comprometen en el hogar y en la crianza de sus niños. Lo hacen con responsabilidad, amor y dedicación. No obstante, aún representan una minoría. La mayoría de las tareas del hogar y cuidado está a cargo de las mujeres. Esta desigualdad no solo se refleja en las cifras, sino también en relatos como los de Hugo y Fernando: dos padres diferentes, pero unidos por su compromiso.

Historias de paternidades transformadoras

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Hugo fue padre primerizo a los 18 años, aún sin completar su educación secundaria. Hoy, a los 38, es el único responsable de sus tres hijas: Antonella (19), Martina (10) y Olivia Catalina (8). Se encarga de todo: su salud, educación, y actividades diarias. Trabaja, vuelve a casa, cocina, limpia y lleva a sus hijas al colegio. Lo hace todo por sí solo.

“La madre de Antonella y yo nos separamos. Luego, tuve dos hijas más con otra pareja y asumí también el cuidado de su hija, que aun no siendo mía biológicamente, lo era en mi corazón. Tras su fallecimiento y otra separación, Antonella eligió quedarse conmigo, y más tarde, mis hijas más pequeñas también lo hicieron. Construimos nuestra familia aquí, ellas se sienten bien y por eso se quedaron”, recuerda Hugo.

La experiencia de Hugo es una mezcla de amor y duelo. “Fue difícil: perder a mi hija, la separación… Y de repente me vi solo con mis niñas, lidiando con el miedo, la tristeza, una mezcla de sentimientos intensos”, narra.

Pese al desgaste y las finanzas ajustadas, Hugo sigue adelante cada día y comparte con Clarín su rutina: “Hago el desayuno, incentivo a que coman, a que se bañen, las llevo a la escuela, limpio la casa. Trabajo en un estudio de tatuajes, en una radio online, y también ayudo a mi padre con trabajos de plomería y construcción cuando surge. Recojo a las niñas, preparo la merienda, cocino la cena. Mi pareja estudia en la semana, así que paso casi todo el tiempo con ellas”.

Hugo junto a Antonella, Martina y Olivia Catalina, después de su primer viaje en avión juntos.

Estadísticas reveladoras

Un informe reciente de Kantar por el Día del Padre indica que el 94% de los hombres en Argentina participa en labores del hogar y el 93% se considera responsable de las compras.

En cuanto a la crianza, el 83% de los varones se sienten responsables, con una mayor proporción en los niveles socioeconómicos medios y altos (88%). Sin embargo, solo el 22% admite ser el único encargado del cuidado de sus hijos, comparado con el 40% de las mujeres.

Este informe no pretende aplaudir, sino analizar críticamente. La socióloga Eleonor Faur, autora de “El cuidado infantil en el siglo XXI: Mujeres malabaristas en una sociedad desigual”, advierte: “Aunque los varones están más involucrados que antes, sus aportes son menores en comparación con las mujeres, quienes dedican más del doble de tiempo”.

De acuerdo al INDEC, las argentinas trabajan casi tres horas más que los hombres en actividades no remuneradas, promediando 6,4 horas diarias en tareas domésticas y de cuidado frente a 3 o 3,5 en los hombres. Este desequilibrio dificulta su acceso al empleo formal y agrava la feminización de la pobreza.

Aún se necesita un mayor compromiso masculino. La división tradicional de tareas sigue vigente y mientras esa realidad prevalezca, el concepto de nuevas masculinidades será más aspiracional que real”, señala Faur.

El camino hacia la corresponsabilidad

Hugo entiende esto. Cuando otros le admiran por “ayudar”, él corrige: “Ayudar no es la palabra. Vivo por mis hijas cada día. Si uno no está presente, el niño lo nota. Mis hijas perciben las ausencias y lo expresan”.

La paternidad ha cambiado a Hugo. “He aprendido a ser más cariñoso. Dejarme peinar, ser maquillado, hablar de menstruación, escuchar, apoyar. Crecí junto a ellas. No hay manual para ser padre, pero la responsabilidad sí te guía. Hacerlo todo por ellas me transformó”, comenta.

Pese a que el 71% de los hombres considera natural que las madres cuiden más, Hugo, con tres hijas, rechaza estos estereotipos. “Al principio me avergonzaba comprarles productos de higiene, pero lo hice, son mis hijas. Ya preparé medianas con todo lo necesario para su periodo”, describe.

En su relato, resalta el papel de su hija mayor, Antonella. “Ella tiene 19 años y me ayuda mucho. A veces recoge a sus hermanas, las lleva al cine, las tres solas. Eso me hizo ver cuánto han crecido y que comienzan a elegir por ellas mismas”, añade.

Por contraste, el informe apunta que en hogares con hijos, son más las mujeres que se autodenominan únicas responsables de las tareas. Además, las responsabilidades más exigentes, como limpieza, salud y educación, siguen siendo mayormente femeninas.

Faur destaca la diferencia en el tipo de labores que asumen hombres y mujeres: “Es común que ellos se involucren en actividades de ocio, mientras que ellas cargan con el trabajo de cuidado permanente”.

El informe de Kantar también resalta estas desigualdades. En tareas de cuidado, la equidad se disipa, ya que en actividades más demandantes, la participación masculina es menor.

“Entre los menores de 40 años, hombres y mujeres se consideran, en igual medida, como responsables de las compras del hogar. Sin embargo, a partir de los 41 años, más mujeres se declaran como responsables. En la limpieza, la diferencia es de 10 puntos entre jóvenes, incrementándose a 23 puntos en mayores. Una situación similar se presenta en el lavado de ropa, con una brecha de 13 puntos entre jóvenes, ampliándose a 31 con personas de 41 o más”, se detalla.

De esta manera, no se trata de idolatrar “padres que ayudan” sino de reconocer las brechas aún existentes. Fernando Bertolo (43) lo aclara al dividir las responsabilidades del pequeño Matías Bertolo Zaidenknop (3) junto a su pareja, Yael Zaidenknop. Si bien siente que el trabajo compartido es justo, reconoce: “Ella maneja la planificación mental y eso conlleva un esfuerzo mental constante mucho mayor”.

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Fernando prepara la comida, hace las compras, baña a Matías, le lee cuentos, y ha seguido modificando hábitos, como dejar de fumar, para fomentar una masculinidad saludable, abierta a la diversidad y libre de prejuicios.

Fernando Bertolo junto a su hijo Matías y su esposa Yael Zaidenknop.

Compartiendo el trabajo, los gastos, el tiempo y renuncias, Fernando explica que ser padre es comparable a ser madre. Participa activamente en la vida diaria de su hijo.

Reflexionando sobre el modelo en el que se crió, observa que “hace más que su padre”, ya que, en su caso, no asume momentos de ocio mientras su esposa trabaja. “Mi madre hacía todo, era incansable”, recuerda. “Decidí emular lo bueno de mi padre sin los prejuicios de los años 80, aquellos estereotipos de machismo”.

“Todo cambió. Mis tiempos, mis prioridades, mi vida. Adaptarme fue un desafío, pero lo hago porque quiero ver a mi hijo sonreír”.

Aunque no sintió críticas por dedicarse al cuidado de su hijo, admite: “La presión de ser un buen proveedor y padre presente es real. Pero somos un equipo, si uno flaquea, el otro apoya”.

En la encuesta, el 93% de los hombres y el 97% de las mujeres están de acuerdo en que la crianza debe ser compartida. Sin embargo, solo el 75% de los hombres están muy de acuerdo, en comparación con el 85% de las mujeres. Aunque ha habido avances, hasta que no se equilibren las cargas y se promueva un cambio total, la transformación de roles seguirá siendo parcial.

AS

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