Los cambios en el comportamiento de los consumidores
En tiempos pasados, llevar a casa la comida sobrante de un restaurante se consideraba poco elegante e incluso algo vergonzoso. Sin embargo, con la presión económica y el auge de la economía circular, las bolsitas para llevar, conocidas como “doggy bags”, se han vuelto populares. Tanto es así que en la actualidad hay establecimientos que cobran por estas bolsas.
Origen y evolución de la práctica
En 2017, el Gobierno de la Ciudad propuso a los restaurantes un piloto para entregar las sobras en cajas de cartón, buscando reducir el desperdicio de alimentos. En aquel entonces, desde el Gobierno se comentó que, por pudor o falta de costumbre, muchas veces la comida sobrante terminaba en la basura.
No han pasado diez años desde aquella iniciativa, y ya el hábito de pedir las sobras ha cambiado, aunque no es universal. Los comensales intentan pedir de manera más eficiente, pero la tradición de la “doggy bag” se ha mantenido. Este término nació en Estados Unidos en los años 40 para describir la práctica de llevar los restos del restaurante para las mascotas.
Controversias actuales y reacciones
Recientemente, algunos restaurantes han comenzado a poner un cargo adicional a aquellos clientes que piden llevarse las sobras. No se trata de cobrar nuevamente la comida ya pagada, sino de añadir a la cuenta el coste del envase en el que se entrega.
Este tema se abrió al debate en las redes sociales cuando Rocío Strat, en su cuenta de Instagram, mencionó que en un conocido restaurante del Abasto, famoso por sus generosas porciones, se cobra por llevarse la comida. Esta publicación generó gran repercusión y llevó a preguntarse si es apropiado que los locales cobren extra por la “doggy bag”.
La discusión se asemeja a otras similares en el sector, como el cobro por compartir un plato entre dos personas, el recargo por el servicio de mesa, o el desacorche, donde se paga un extra por llevar tu propio vino.
En conversaciones privadas, algunos empresarios del sector gastronómico mencionan que aunque no es común, hay restaurantes que han adoptado esta práctica debido a los altos costos de los materiales, como los envases de plástico. Comparan esta situación con las aerolíneas de bajo costo que cobran por el servicio de comida, y con los supermercados que ahora cobran por las bolsas.
En el mercado, el precio de los envases puede variar significativamente. Por ejemplo, una bandeja de polipropileno cuesta alrededor de $200, mientras que las de mayor capacidad alcanzan los $460, comprando en cantidad.
Algunos empresarios gastronómicos sugieren una posible estrategia de marketing: ofrecer un descuento a los clientes que traen su propio envase, como ya lo ha hecho anteriormente una cadena local centrada en productos a base de palta.