Análisis del auge de Shein en el mercado argentino
Un paquete blanco y arrugado, tras recorrer un largo camino desde Guangzhou, China, se presenta en primer plano. “Llegó”, comenta @iamagostinag en TikTok, mientras cambia su expresión de expectativa a alegría al abrirlo. En menos de un minuto, despliega camisetas, un pantalón de jean y un top con encaje.
“Este es el quinto pedido que realizo este año, y todavía tengo uno más gratis”, comenta mientras coloca toda su compra en el sofá. No lo menciona pero lo demuestra: mostrar cada artículo adquirido se ha convertido en una especie de ritual de desenfreno. Un tesoro de bajo costo que ha cruzado continentes con “envío sin costo”.
La influencia de las redes y la economía del entusiasmo
Videos similares forman parte de una ola de consumo que no deja de expandirse en el país, gracias a las redes sociales: usuarios muestran sus compras, los tiempos de entrega, lo que han pagado y la comparación con las fotos promocionales. Una economía china de entusiasmo empaquetada en bolsas plásticas con cierre hermético y presentaciones de 60 segundos.
En Argentina, Shein ha llegado a ser tema de conversación común. A menudo surge la pregunta: “¿Probaste comprar en Shein?”, especialmente en reuniones -principalmente entre mujeres, quienes son la mayoría de los consumidores a nivel mundial-, seguida inmediatamente de: “¿Y la calidad, qué tal?”.
El equilibrio entre el acceso y la calidad percibida
Una noción aceptada dentro de este fenómeno es la aparente democratización del acceso a prendas de moda, en un contexto donde el vestuario tradicional resulta muy oneroso. Simultáneamente, se reconoce que la calidad es una incógnita: desde “bastante bien” hacia abajo.
En medio de esta oleada de moda accesible, ha emergido un contramovimiento “anti-Shein”, pero no está relacionado con la crisis textil nacional, sino con lo caro que resulta comprar localmente, con chaquetas que superan ampliamente los costos de las importadas, a pesar del evidente impacto ambiental.
¿Qué impulsa este auge de Shein en el país?
Impacto ambiental y regulaciones globales
Fundada en 2015 por Chris Xu, un empresario chino que anteriormente lideraba un sitio de venta de vestidos de novia desde 2008, Shein se ha consolidado como una plataforma líder en ultra fast fashion. Su crecimiento se potenció en Argentina gracias a la facilitación del sistema de importación puerta a puerta y restricciones menos estrictas en la Aduana.
Con restricciones en EE. UU. bajo la administración Trump, tanto Shein como su competidor Temu han redirigido su enfoque hacia América Latina, atrayendo a consumidores con precios muy competitivos y envíos gratuitos.
El creciente debate en torno a Shein recuerda a Francia, el primer país en crear regulaciones en su contra, priorizando el medio ambiente y el comercio local, estableciendo sanciones económicas progresivas sobre la comercialización de prendas.
Un dilema de consumo: deseo vs. sostenibilidad
Dora Becher, una experta editorial en moda argentina, indica que la moda, con su perpetua prisa, resulta difícil de resistir. El ultra fast fashion acelera el ciclo de las tendencias, promoviendo un consumo constante y en gran escala a través de plataformas digitales.
Becher reconoce que, aunque Shein es una fuente significativa de contaminación, otras firmas también han adoptado medidas de sostenibilidad. Destaca que la moda efímera contribuye al uso excesivo de recursos, polución y residuos textiles.
Ximena Diaz Alarcón, investigadora de tendencias y cofundadora de YoUniversal, apunta que en Argentina, con sus múltiples restricciones, la posibilidad de comprar ropa asequible genera el atractivo aspiracional que muchos buscan.
Adicionalmente, existe una gran tensión entre el deseo de seguir tendencias sociales y las barreras económicas que impiden acceder a determinadas prendas pegadas en internet. Estos gigantes del retail ofrecen un acceso sin igual.
No obstante, este acceso asequible tiene un costo ambiental, y muchas personas jóvenes son conscientes de la contradicción entre sus decisiones de compra y su preocupación por el medio ambiente.
Shein y Temu permiten al consumidor argentino explorar deseos asequibles, pero no sin sus tasas ocultas en términos de sostenibilidad ambiental.
En mercados como Francia, donde el impacto global del fast fashion está regulado, otras naciones podrían considerar seguir pasos similares para mitigar los efectos nocivos de este modelo de negocio.
En 2023, Shein informó una huella de carbono de 16,7 millones de toneladas de CO₂e, casi el doble de las 9,17 millones registradas en 2022. Para 2024, estas cifras aumentaron significativamente, atribuidas tanto a la manufactura como al transporte intensivo.
Este crecimiento coloca a Shein como una de las grandes fuentes de emisiones, por encima de otras grandes empresas del sector. A pesar de ello, la firma se ha comprometido a reducir sus emisiones en un 42% para 2030, aunque los críticos cuestionan la viabilidad del plan sin cambios significativos en su modelo de negocio.
Las críticas hacia Shein también provienen de influencers. Mientras más de un centenar de creadores en Argentina promocionan la plataforma, otros llaman a un boicot debido a preocupaciones ecológicas, utilizando hashtags como #boycottShein.
El New York Times ha destacado otros problemas dentro del modelo de Shein: producción acelerada, falta de transparencia y condiciones laborales precarias. Acusaciones de explotación laboral y evasión fiscal se suman a la lista de desafíos éticos para la compañía.
Investigaciones por entidades como Public Eye revelan condiciones de explotación en fábricas proveedoras de Shein. Aunque la empresa afirma realizar controles estrictos, las controversias persisten.
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