La impactante experiencia del conductor en un tiroteo policial que resultó fatal en Mar del Plata

Un Impactante Encuentro en Mar del Plata

Emanuel lleva una cicatriz en la parte superior de su espalda, resultado de un disparo que recibió a la altura del pulmón derecho. Describe el intenso ardor que siente en la herida, que se presume es de una de las balas que terminaron con la vida de su compañero, Matías Paredes. Matías iba en el asiento trasero del Fiat Palio que Emanuel conducía cuando el vehículo fue atacado repentinamente por policías vestidos de civil. Emanuel reflexiona, mientras asiste al funeral de su amigo: “Podría haber sido yo”, señalando con la cabeza hacia el sitio donde yace el ataúd.

Un Relato de Supervivencia

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“Si no hubiera acelerado, hubiéramos sido tres los fallecidos. ¿Qué otra opción tenía? Nos perseguía una camioneta, y en un semáforo, un Bora nos cerró el paso. Dos individuos saltaron de él con armas, así que pisé el acelerador. De inmediato comenzaron los disparos. No tengo idea de cuántos fueron”, relata a un medio local. A través del retrovisor, vio a uno de los agresores disparando continuamente, asomado al exterior del vehículo. “Una locura total”, añade, al recordar el tiroteo por parte de los agentes que no se identificaron como policías mientras usaban sus armas de reglamento.

Pruebas de la Brutalidad

Emanuel Astate, de 25 años, que conocía a Matías desde el jardín de infantes, comparte que la lesión en su espalda proviene de un proyectil de 9 milímetros, desmintiendo que fuese una bala de goma, como se había afirmado. Apenas esquivó el VW Bora, sintió los disparos y notó un ardor en su espalda. “Mi amigo a mi lado me insistía en que acelerara. Matías, que estaba atrás, se agachó algo, y solo detuve la marcha cuando un patrullero nos bloqueó el camino; pensé que venían a protegernos, pero eran los mismos”.

La Tragedia Familiar de los Paredes

En un video que circula, se respalda la versión de Emanuel y sus amigos sobre la emboscada policial. Cinco agentes, repartidos entre una Ford Ecosport negra sin matrícula y un VW Bora gris, se muestran disparando con la intención de matar. Emanuel señala la herida que le causó la bala que asesinó a Matías, víctima de policías encubiertos en Mar del Plata.

Después de detenerse, los oficiales sacaron a Emanuel y a su acompañante del coche y los forzaron contra el capó. “No nos permitían acercarnos a Pitu, que permanecía dentro. Y luego los observamos, caminando hacia el coche, tomándose la cabeza. Supieron lo que ocasionaron. Mataron a un buen chico”.

Horacio Paredes, el padre de Matías, muestra su vendaje en la muñeca izquierda: “Lo hice peleando con los policías para poder sacar a mi hijo del vehículo. No querían que lo viera. Pero lo logré. Lamentablemente, él ya había fallecido. Recibió cuatro impactos, uno le perforó el pecho”.

La familia Paredes ha sufrido múltiples desgracias. Horacio ha perdido a tres hijos: Gustavo, hace 14 años, por un infarto, Hernán en 2019 por una electrocución, y ahora Matías, el menor de los siete hermanos. Matías dejó a una hija llamada Ambar, de 3 años, y trabajaba con su padre en el sector de la construcción: “A este me lo mató la Policía”, expresa Horacio con lágrimas, “y esto no se va a quedar así”.

La esposa de Horacio, María Helena, tuvo que recibir atención médica. La ambulancia permaneció estacionada cerca de la funeraria Oliva, a un kilómetro del lugar donde Matías fue atacado, en el cruce de Polonia y Fortunato de la Plaza (Av.39).

Algunos testigos encontraron casquillos de bala, entre siete y ocho, según Alberto, el mayor de los hermanos Paredes. “Se equivocaron mucho. Somos una familia trabajadora”, comenta, recordando que Matías era fanático del club Alvarado, conocido como “El Torito”.

Esa noche, Matías había estado con sus amigos en la presentación de la nueva camiseta del club y había tomado prestado algo de dinero para entrar. Luego se reunieron en casa de uno de sus amigos y en el camino hacia el domicilio de Emanuel para buscar cartas, el VW Bora los interceptó.

Los tres jóvenes vestían la camiseta del equipo, lo cual los policías utilizaron como argumento para justificar su accionar: buscaban a Cristian Monje, “El Guachín”, sospechoso del asesinato de un kiosquero días antes. Sin embargo, no se encontró arma alguna en el coche de Emanuel, que terminó impactado con balazos en el portón trasero.

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El velorio congregó a unas doscientas personas, amigos y aficionados del club que conocían a Matías como un muchacho querido y con valores. Mientras se despedían, hubo aplausos y algunos artefactos pirotécnicos sonaron cuando cerraron el ataúd, donde depositaron una camiseta de Alvarado y una lata de cerveza fría.

Familiares y amigos prometen justicia y juran no olvidar lo ocurrido, ni a los responsables.

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