En la dirección Larrea 1252, la parroquia Santísimo Redentor abre sus puertas mientras el día termina, acogiendo a aquellos que llegan compartiendo un dolor que nunca se desvanece. Es 18 de enero, un día que hace cinco años partió en dos la existencia de los padres de Fernando Báez Sosa, Graciela y Silvino. Todo sucedió en Villa Gesell, donde Fernando, con sueños y aspiraciones, fue tristemente asesinado a los 18 años. Este año 2025, se habría graduado como abogado, cumpliendo uno de sus grandes anhelos.
El anuncio de la misa de conmemoración muestra a Fernando sonriendo. Sus padres invitaron a todos a acompañarlos en “un día muy difícil para nosotros”, escribieron en el mensaje. Graciela y Silvino llegan a la iglesia a las 19:10, rodeados de seres queridos. Sus caras reflejan tristeza y al mismo tiempo una increíble fuerza.
Una Perdida Que Da Inicio a Reflexiones
Silvino, con un nudo en la garganta, expresó su pesar. “Hoy recordamos lo que vivimos hace cinco años; tener que buscar el cuerpo de mi hijo es algo que nunca olvidaré. Ese pensamiento está ahí cada día”, confesó.
Reflexionando sobre los tiempos estivales y las continuas peleas juveniles, Silvino expresó: “Cada verano, los enfrentamientos siguen. Espero que los jóvenes despierten conciencia con lo que ocurrió a Fernando, que aprendan la tolerancia”, enfatizó. “Nuestra existencia se detuvo con aquel golpe en la calle”, añadió.
Graciela, de la mano de Silvino, conmovida, afirmó: “Hoy es profundamente doloroso. Es el día en que perdimos a nuestro hijo, nuestra vida misma. Parece que nos fuimos con él. No obstante, queremos recordarlo como era: un joven bueno, humilde, lleno de vida y ansioso por completar su carrera. Eso era Fernando”.
El Apoyo Incondicional del Entorno
Profundamente emocionada, Graciela describe su motivación para escribirle una carta esa mañana. “Fue mi modo de sentir su presencia, como si pudiera leerla. Pero la realidad golpea, y duele mucho. Mientras escribía, mis lágrimas fluían, pero algo de su fortaleza me sostiene. Estoy segura de que de algún modo le llegará”.
El aliento de los demás ha sido esencial para continuar: “Sin el respaldo de la gente, todo habría sido más difícil. Ver su apoyo me da fuerzas. Hay días en que solo desearía quedarme en cama, pero me levanto por ellos, porque sé que no estamos solos”.
Graciela culminó su intervención con una oración. “Rezo a Dios y la Virgen María para que acompañen a Fernando en su gloria. Anhelo poder reencontrarnos un día, como lo promete la fe, y que él me reciba con los brazos abiertos. Eso es lo que deseo, porque no era su momento”.
Finalmente, ofreció un consejo a la juventud: “Aprendan a valorar la vida y respetar a otros. La vida es invaluable, y no hay marcha atrás una vez perdida”.
No solo estaban los allegados, sino que mucha gente común, que resuena con el mismo dolor, se reunió en la parroquia para acompañarlos en esta jornada tan conmovedora.
Pilar López y su esposo Jorge Tello llegaron de Valentín Alsina. “Siempre apoyamos a la familia. Todos somos, de alguna manera, padres de Fernando, y su dolor nos afecta profundamente. Tengo hijos de su edad y lo que sucedió nos impactó muchísimo”, relató.
En el abarrotado templo, Carla Oviedo busca un sitio. “Desde que todo ocurrió hace cinco años, he sido una vecina que siempre vino a ofrecer apoyo a la familia. Con el tiempo, me volví muy cercana a ellos. Para mí, Fernando es como un hijo”, compartió emocionada.
Homenajes en Villa Gesell
En Villa Gesell, una conmovedora reunión tuvo lugar el sábado pasado en memoria de Fernando. A las 20:00, tanto residentes como turistas comenzaron a congregarse gradualmente frente a Le Brique, el club ahora cerrado donde Fernando fue atacado. Cerca de 50 personas se reunieron para rendirle un tributo.
Un cartel azul con las palabras “Cinco años sin Fer” resalta en el altar hecho al pie de un árbol en frente al boliche. El rostro de Fernando capta la atención de transeúntes, turistas y locales. Muchos llegan con cartas, rosas, rosarios, pequeñas muestras de cariño para él y sus padres.
Una rosa envuelta con un mensaje significativo atrae la atención de muchos: “Nunca te olvidaremos, Justicia”. Otra cartulina blanca en el centro del árbol lleva un mensaje para los padres: “Un abrazo a Graciela y Silvino. Justicia por Fernando en Villa Gesell”.
Una mujer que observa el altar comparte: “Venimos todas las vacaciones a Gesell. Estábamos aquí cuando sucedió. Como madre, el dolor es punzante. Este llamado nos toca a todos los padres que han perdido un hijo”, comentó.
Genoveva, otra mujer presente, cuenta que su familia pasa mucho tiempo en Gesell y que “el verano que asesinaron a Fernando, estábamos aquí. Mi hija estuvo esa noche en el boliche. Acompañar a los papás, aunque sea a la distancia, es reafirmar ‘no al olvido’ y ‘no al perdón’. Lo que le ocurrió a este joven tan querido es imperdonable. Es el hijo que cualquiera desearía tener”.
AS
