“Comentan sobre el famoso Falcon verde, sobre el tonto que no sabe conducir, que me creo Colapinto. Esas cosas que te hacen enfurecer, pero esa no es la gente que me rodea”.
Lucas Hormaechea (45) dialoga con Clarín minutos después de recibir el alta médica en el hospital de Coronel Vidal, luego de un accidente que pudo haber sido fatal. Afortunadamente, solo tiene cortes y algunos golpes.
En las redes sociales, los comentarios sarcásticos no cesan. “Hablan sin saber lo que realmente ocurrió, ni se preguntan si estoy bien o si llevaba a alguien de mi familia”, lamenta. Sin embargo, también recibe mensajes de apoyo y ofertas para ayudar con la reparación del vehículo.
El estado del Ford Falcon antes del incidente
El Ford Falcon en perfecto estado antes del accidente.
“Los que aseguran que me creo Colapinto son simples opinólogos”, explica.
Un fin de semana lleno de emociones
El sábado pasado, Hormaechea acudió a la carrera del Turismo Carretera (TC) en el autódromo Oscar y Juan Gálvez, el emblema del automovilismo argentino, en Buenos Aires. Publicó imágenes de ese día, incluyendo una con Mariano Werner, su ídolo de la automotriz que sigue fervorosamente.
La adquisición del Falcon soñado
Al día siguiente, lunes, el mecánico se dirigió a Mar del Tuyú para adquirir un Ford Falcon Futura, modelo 1972, extraordinariamente conservado, “con apenas 124.000 kilómetros originales”. Estaba completamente original, con una caja de tercera al volante y un motor de seis cilindros en línea, con 188 pulgadas cúbicas.
Lo compró por “10.000 dólares en efectivo”. Al recogerlo, “estaba guardado en un galpón”.
“Por suerte, esta vez mi familia se quedó en casa y no vino conmigo. Encontré el auto que siempre quise para mi colección, pero al final ocurrió este problema”, reflexiona con resignación.
La pasión por Ford Falcon
Hormaechea es coleccionista de vehículos de esta marca. “Soy un referente, me conocen en La 4 de Ford (NdR: así se refieren a la afición del óvalo). Poseo un Sprint, un parante fino, un Deluxe, y este era el que me faltaba”, indica. También ha poseído modelos de la competencia, como una cupé Chevy y un Chevrolet 400.
Como padre de cuatro hijos, acostumbra a recorrer las rutas con su familia. También organiza eventos caritativos, como los que benefician comedores. El próximo será el 8 de diciembre. “Si te encuentras por aquí, estás más que invitado”, declara.
“Con un Falcon atravieso toda Argentina: en unos días viajaré a La Pampa, en octubre asistiré a un Nacional en Junín, y hace menos de 20 días estuve en un evento en Termas de Río Hondo. Soy un ícono para los amantes del Falcon”, se enorgullece.
Detalles del accidente
El lunes, mientras retornaba a casa en Mar del Plata, ocurrió el percance hacia las cuatro de la tarde. Fue en la rotonda de entrada a Mar de Cobo, en la ruta provincial 11.
“El coche estaba en óptimas condiciones. No fue culpa mía ni por exceso de velocidad, sino que la rotonda estaba cubierta de gasoil”, aclara.
Respecto a la maniobra que culminó en la colisión, explica: “Es una rotonda a cuarenta y cinco grados, lamentablemente al intentar enderezar, el coche se descontroló, reventando un neumático, y al tocar el pasto, fue imposible detenerlo”.
El Falcon chocó de lado, en el lado derecho, contra un poste de luz, quedando gravemente dañado.
“Tengo cortaduras en el brazo, estoy todo cosido, con un golpe en la cabeza, cortes de vidrio en la cara, tres costillas magulladas y las piernas bastante heridas, pero sigo con vida”, asegura.
El poste le atravesó un brazo, requiriendo al menos ocho puntos de sutura.
“Lamenté mucho por el auto. Era un vehículo que siempre deseé, difícil de encontrar con esos kilómetros y en ese estado. Era como nuevo, sin detalles. Ahora, al verlo destrozado, piensas que es increíble que el conductor haya sobrevivido”, menciona.
Hormaechea, un apasionado de los automóviles clásicos, destaca que había realizado la transferencia a su nombre y que contaba con seguro. “Ahora debo empezar a investigar”, comenta.
Y nuevamente agradece que su familia no estaba en el Falcon, con su habitual optimismo: “Fue una desgracia con suerte, y hoy puedo seguir conectando con personas, como en este momento, que estoy hablando contigo y con la gente del diario Clarín”.
Consciente de su profesión de mecánico, conoce una de las máximas de los siniestros: “Los fierros se arreglan”.
EMJ
