Durante los primeros meses del presente año, en Argentina, se reportó un incremento del 7% en la venta de medicamentos para dormir en comparación con el mismo periodo del año pasado, según datos del Observatorio de la Confederación Farmacéutica Argentina. Esta tendencia no solo muestra que un número creciente de personas en Argentina tiene problemas para conciliar el sueño, sino que también indica una falta de paciencia para solucionar el insomnio, recurriendo con facilidad a medicamentos recetados. Tres especialistas en el área creen que esta situación podría enfocarse de otra manera.
Atribuir la situación actual solo a la pandemia parece una excusa fácil; sin embargo, después de la pandemia, según los registros de ventas de sedantes y pastillas para dormir en el país, se observó una significativa subida en su demanda.
En 2014, el Observatorio de la COFA registró la venta de 2.713.004 cajas de somníferos y sedantes. Aunque entre 2015 y 2017 las cifras fluctuaron ligeramente a la baja, en 2018 comenzaron a aumentar nuevamente. El informe anual, que se ausentó en 2019, 2020 y 2021, en 2022 mostró un incremento de casi 1 millón de unidades adicionales vendidas, alcanzando un total de 3.503.778. En 2023, esta cifra ascendió a 3.792.691 cajas.
Para 2024, aunque la venta disminuyó levemente a 3.647.388 unidades, sería lógico esperar un ajuste después de que el Observatorio prepare el informe de comparación para 2024-2025, usualmente publicado a comienzos del año siguiente, es decir, en 2026.
Mientras, surge otro dato interesante al comparar las cifras de los primeros cinco meses de 2024 con el mismo periodo de 2025. De enero a mayo de 2024 se vendieron 1.425.967 unidades para dormir, mientras que este año fueron cerca de un 7% más.
Los números reflejan que cada vez más personas padecen insomnio, aunque la cuestión principal sigue siendo cómo reducir el consumo de medicación para dormir.
La paradoja de los ansiolíticos
De manera aparentemente contradictoria, otro tipo de psicofármacos, identificados por el Observatorio de la COFA como “tranquilizantes”, mostraron una baja del 4% en comparación anual, considerando los primeros meses del año. Aunque la COFA no ha precisado completamente qué entienden por “tranquilizante”, dos expertos sugieren que son benzodiacepinas o ansiolíticos (como el clonazepam) y por el otro, fármacos como zolpidem o eszopiclona.
El doctor Diego Sarasola, neuropsiquiatra y director del Instituto Alexander Luria, señaló un incremento interanual en las ventas de antidepresivos y “estabilizadores del humor”, incrementándose en un 1.3%.
“Habitualmente, los trastornos de ansiedad y el insomnio son tratados con ansiolíticos en lugar de antidepresivos, lo cual es un error considerando las guías internacionales recomendadas. Es un problema conceptual que ha derivado en un abuso notable de los ansiolíticos, no solo por malas prescripciones sino también por autoprescripción. Hay un incremento notable en este sentido”, indicó.
Automedicación para el insomnio
El consumo de ansiolíticos es significativo (tres a cuatro veces más cajas que somníferos), usados no solo para la ansiedad sino también para el insomnio. Estos problemas, no siempre son realmente trastornos y suelen requerir de una evaluación profesional para un tratamiento médico.
Cristian Garay, psicólogo de la Facultad de Psicología de la UBA y miembro del OPSA, recordó detalles de un estudio de 2024 sobre el “estado psicológico de la población argentina”, donde se incluyó el análisis del sueño.
“Anterior a la pandemia ya se apreciaba un mayor uso de dispositivos y trabajo en casa. Más allá de la luz azul de las pantallas que afecta la producción de melatonina, el homeoffice ha provocado un efecto notorio en el sueño al fusionar espacio de descanso con el de trabajo”, expresó.
Garay señaló que la preocupación radica en el uso indiscriminado de psicofármacos para dormir, sin control médico. “Las benzodiacepinas provocan dependencia, requiriendo dosis mayores y produciendo deterioro cognitivo, especialmente en adultos mayores que las usan por largos periodos”, explicó.
Según el OPSA, el 20% de los encuestados afirmó gestionar la ansiedad a través de la automedicación. “Al menos 1 de cada 4 argentinos emplea alcohol o automedicación para manejar el estrés. Esto se convierte en un problema grave”, concluyó.
Dificultades al dormir
Diego Sarasola recordó que la pandemia generó un clima de incertidumbre, algo que sigue existiendo en el presente, según Garay. “El estrés y la incertidumbre actuales dificultan el relajamiento y sueño nocturno. Ver noticias negativas antes de dormir suma factores estresantes que complican el descanso”, sostuvo.
Se consultó a Pablo López, psicólogo e investigador del INECO, sobre el aumento de personas que reportan problemas de sueño. “El aumento fue significativo durante la pandemia y persiste. Un 60% reporta dificultades frecuentes u ocasionales para dormir”, apuntó.
López añadió que los jóvenes son más receptivos a aceptar medicamentos psiquiátricos diariamente, pero hay poca información sobre alternativas no farmacológicas para el insomnio, tanto entre pacientes como profesionales.
Opciones alternativas para mejorar el sueño
Garay y López sugieren consultar con un psicólogo especializado en terapia cognitivo-conductual para abordar problemas de sueño, a pesar de los desafíos en la derivación y el limitado acceso a estas terapias. “El sector público está saturado y pocos especialistas se enfocan en intervenciones de este tipo”, lamentó López.
Garay comentó que mientras en Buenos Aires hay muchos psicólogos, el acceso es limitado: “El 50% de quienes no hacen terapia desearía hacerlo, pero carecen de centros cercanos”, explicó.
Respecto a hábitos saludables, muchos saben que deben evitar pantallas antes de dormir, limitar el consumo de alimentos pesados y cafeína, y abstenerse de actividad física intensa antes de acostarse, pero llevarlo a la práctica es más difícil. ¿Qué hacer entonces?
Cinco consejos para mejorar el descanso
Garay recomienda fomentar la actividad física para reducir el sedentarismo, sugiriendo: “No requiere demasiado tiempo. Una caminata de media hora diaria es suficiente”.
López enfatiza en “reconsiderar la importancia del sueño”. Citando a Colin Espie, especialista en Medicina del Sueño, mencionó cinco pautas esenciales.
“El primer paso es valorar el sueño, lo cual nos lleva a protegerlo. Proteger el sueño significa adoptar hábitos que estén a nuestro alcance para mejorar su calidad”, explicó.
“Es crucial priorizar el sueño, entendiendo cuándo es importante ajustarse a él sobre otras actividades, para mantener el equilibrio en la vida cotidiana”, añadió.
Personalizar el sueño es otro principio, considerando las horas de descanso que cada uno necesita, evitando fijaciones con la cantidad estándar de 7-8 horas. Esto puede ser estresante, aclaró.
López finalizó: “Es necesario confiar en el proceso natural del sueño, sin obsesionarnos con reglas que nos lleven al control excesivo, siendo este incompatible con un descanso adecuado”.
MG
