De las estrellas al océano: astrónoma transforma su rumbo, habita en un velero y comparte ciencia en redes

Renacer con asombro y tranquilidad, lejos del bullicio citadino y las obligaciones de la vida moderna. En medio del vasto océano, donde el ritmo de los días lo dicta el viento y las mareas, se embarcaron una geselina y un platense, abrazando un nuevo estilo de vida a vela, dejando atrás el ritmo frenético urbano.

De la Astronomía a la Navegación

Manuela Saez, de 35 años, es doctora en Astronomía. Aunque dedicó su carrera a estudiar las oscilaciones de los neutrinos que resultan de explosiones de estrellas, hoy su camino ha cambiado. Ha trabajado en instituciones de renombre como el Instituto Riken así como en la Universidad de California, Berkeley, y actualmente está inmersa en la redacción de un libro que une sus dos grandes pasiones.

Según cuenta a Clarín, las habilidades que la astronomía le demandó: disciplina, meticulosidad y una gran organización, encuentran resonancia en la navegación. Ambas áreas impulsan a la contemplación y a cuestionar lo fundamental de nuestra existencia.

Un Nuevo Horizonte Profesional

Una faceta de esta aventura marítima para Manuela es su reconversión profesional. Retornó a Argentina en 2024 con un puesto asegurado como investigadora en Conicet, pero la falta de financiación frustró este ingreso. “Es doloroso no poder continuar mi carrera científica aquí,” comenta. Actualmente, enfoca su mirada científica en vivir sustentablemente y en la divulgación científica.

Junto a ella, Raúl Ferrer, de 37 años, un ingeniero aeronáutico autodidacta que adquirió conocimientos en varios oficios como mecánica y carpintería, alcanzó su sueño con el velero Tupac Amaru. Además, coordina la elaboración de una línea de cervezas bajo el nombre “Desobediencia Civil Birras” y gestiona un bar cervecero en La Plata desde la distancia.

Esta pareja, compuesta por una astrónoma e ingeniero, surca las costas de Uruguay y Brasil.

“Realizamos gin artesanal como una forma de ofrecer algo especial y a su vez financiar nuestro viaje a través de ferias de productos artesanales,” comparte Raúl.

Ambos aportan sus destrezas para que la vida a bordo sea eficiente y creativa. En tan solo unos clics, difunden un mensaje consciente: “A lo largo de nuestro viaje, hemos visto comunidades pesqueras afectadas por la contaminación y el cambio climático, así como lugares deteriorados por el turismo descuidado. Queremos dar a conocer estas historias en nuestras plataformas y vivir acorde a este mensaje,” explican.

La Vida en el Tupac Amaru

Manu y Rau se conocieron en La Plata y fue a distancia cuando comenzaron una profunda conexión mientras ella residía en Alemania por motivos laborales. Al regresar, se reencontraron y no se separaron más. El mar se convirtió en el puente que unió sus caminos: la visión de Raúl se transformó en una misión conjunta.

Así partieron el 26 de noviembre de 2024 desde La Paloma, habiendo recorrido ya más de 3,000 millas náuticas. “Nos desplazamos de un lugar a otro transformándonos con cada trayecto. Hemos adoptado un estilo de vida simple, económico y en sintonía con la naturaleza”, coinciden.

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El Tupac Amaru, diseñado para largas travesías oceánicas, es una embarcación robusta de acero, ideada por Gilbert Caroff y fabricada en Francia. Con 11 metros de largo y 3 metros de ancho, refleja un diseño funcional. En su canal de YouTube NavegandoElTupac e Instagram @tupacamarusailing, comparten aspectos sobre la vida a bordo y el mantenimiento del velero.

El velero fue adquirido de un inglés y una norteamericana.
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“Durante la pandemia, el barco quedó varado en Uruguay cuando sus propietarios decidieron regresar al pensar que podrían retomar el viaje pronto. Sin embargo, tomaron otro rumbo. Logré adquirirlo a un precio accesible y me encargué de las reparaciones. Nuestro presupuesto es modesto, pero nos arreglamos creativamente”, relata Raúl.

Vivir con lo Esencial

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Michel Foucault decía que la locura es una construcción cultural, no una naturaleza inherente. Para Manu y Rau, la verdadera cordura es establecer su propio camino. Es un mundo donde el silencio encuentra su voz y el tiempo fluye como las mareas.

¿Cómo es la vida a bordo del Tupac Amaru? Todo espacio es valioso y se reparte entre el motor, herramientas y velas. “Las tareas cotidianas exigen más atención y esfuerzo; si queremos agua en la canilla, primero hay que llenar los tanques con bidones diariamente. Para adquirir provisiones, necesitamos usar el gomón, llegar a la costa y luego caminar al almacén. Cada actividad toma su tiempo, ¡pero lo disfrutamos!”, relata Manuela.

Un estilo de vida sustentable motiva su estancia en el velero. Reducen el impacto ambiental al máximo, minimizando el desperdicio de recursos y aprovechando la energía solar para cubrir sus necesidades energéticas. Reparar y reutilizar son parte de su filosofía.

“Desde la perspectiva del agua, el mundo parece diferente: sin barreras entre interior y exterior, lo hace sentirse vasto. Al pisar tierra, lo redescubrimos más tangible y humano. Valoramos esa doble perspectiva”, enfatiza Manuela.

Para ambos, navegar es una manera de rendirse a la grandeza del mar, recordando cuán pequeños somos frente a una fuerza envolvente. “La navegación es una lección constante sobre las escalas del mundo. A veces infunde temor, pero también nos motiva a avanzar y encontrar fortaleza. Es poesía física,” reconocen.

Manuela recuerda una anécdota singular durante la travesía hacia Río Grande do Sul: “Tras días de navegación agotadora, divisamos el puerto y celebramos, sin embargo, a tan solo 200 metros de la meta, encallamos.”

“Intentamos todo: motor, velas, inclinar el barco e incluso Raúl se balanceó en la botavara. Entonces, un pesquero de la zona se aproximó y nos salvó, luego de un heroico nadador local que nos llevó un cabo. Fue un momento cinematográfico. Agradecidos, compartimos con ellos un vino argentino y como gesto, recibimos un atún fresco. Fue un cambio abrupto: del estrés a disfrutar una cena gourmet,” recuerda Manu.

“La navegación es poesía hecha física”, afirman Manu y Rau.

Manu y Rau tienen ante sí nuevos retos. Primero sacarán el barco del agua para trabajar en el casco y luego planean aventurarse cruzando el Pacífico. En el camino, seguirán con su destilería y trabajos remotos para costear el mantenimiento del velero. “Se hace camino al andar,” así buscan seguir marcando su destino.

La pareja invita a quienes deseen apoyar su proyecto a hacerlo a través de Patreon.

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