Impacto del Veredicto
La expresión de Pablo Musse cambió dramáticamente la tarde de este lunes. Todo sucedió cuando la secretaria del tribunal de la Cámara Uno del Crimen de Río Cuarto anunció el fallo en el caso que ha estado en el centro de atención: el proceso legal donde se ventilaba la secuencia de eventos que le negaron a Pablo la oportunidad de dar el último adiós a su hija Solange antes de su fallecimiento, el cual tuvo lugar pocos días después.
Este caso emblemático destaca la injusticia y falta de compasión vivida durante la pandemia de Covid en Argentina, cuando el confinamiento se convirtió en una especie de ley marcial bajo el decreto de Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO) que tanto los gobiernos locales como provinciales aplicaron estrictamente.
Decisiones Judiciales
Después de dos horas de deliberación y con los votos de ocho miembros del jurado popular junto a dos jueces técnicos, se decidió absolver a los acusados de abuso de autoridad y de incumplir con sus deberes como funcionarios públicos. Este veredicto se refiere a los eventos del 16 de agosto de 2020, cuando a Pablo y su cuñada, Paola Oviedo, quien padece una discapacidad motriz, se les negó el ingreso a Córdoba en un operativo sanitario en Huinca Renancó.
Los acusados en cuestión fueron el médico Eduardo Andrada, al frente del Centro Operativo de Emergencias (COE) en Huinca Renancó, y Analía Morales, una trabajadora social de Río Cuarto. Andrada fue absuelto por decisión mayoritaria, mientras que Morales obtuvo una absolución unánime.
“Sentí que el verdadero acusado era yo”, expresó Pablo Musse dolorido por el fallo. A pesar del enérgico final del proceso, expresó su frustración aplaudiendo irónicamente el fallo del jurado como señal de protesta. Con una camiseta que decía “Ni olvido, ni perdón. Justicia” y una foto de su hija, enfrentó a la prensa brevemente antes de retirarse en compañía del fiscal de Cámara, Julio Rivero, a quien cuestionó sobre las deficiencias en la argumentación del caso.
El fiscal había solicitado una pena de un año y medio de prisión condicional para ambos acusados, además de una inhabilitación para ejercer funciones públicas por un período doble al de la pena propuesta.
Después del juicio, Pablo emprendió el camino de regreso a su hogar en Plottier, Neuquén, acompañado por su esposa Teresa y el hermano de ella. Este trayecto de más de 10 horas lo llevó a revivir el duro momento del 16 de agosto de 2020, cuando un resultado “dudoso” de una prueba de PCR le cerró el paso hacia Córdoba para ver a Solange por última vez.
En conversación con Clarín, Pablo dijo que quería regresar rápidamente a su hogar en Neuquén para poder asimilar todo lo que se había dicho durante las sesiones del juicio. “Parecía que yo era más culpable que los acusados”, comentó, sintiendo que el jurado había vuelto a faltar al recuerdo de Solange.
—¿Cómo te sentiste durante el viaje de regreso después de ese amargo día en el juicio?
—El regreso fue tenso, una mezcla de ira y reflexión sobre todo lo ocurrido. El resultado nos pareció incomprensible, tanto para nosotros como para la sociedad.
—Insinuaste que el jurado volvió a defraudar a Solange. ¿Por qué?
—Sí, siento que la memoria de Solange sufrió otro golpe. Teníamos una valiosa chance de mostrar que existe justicia en Argentina. Creí en el jurado popular, pero desconozco sus criterios. Tras escuchar los alegatos, su decisión sigue siendo un enigma. Fue su determinación, y con el tiempo, asumirán las repercusiones de sus actos.
Solange Musse falleció de cáncer terminal, días después de ser privada de la oportunidad de despedirse de su padre.
El caso de Solange fue, sin duda, uno de los eventos más desgarradores en los primeros meses de la pandemia. Tras el decreto del ASPO en marzo de 2020, la respuesta del gobierno nacional fue inflexible hacia quienes ignoraban las medidas establecidas. Esta postura provocó una reacción igualmente severa en varias provincias ante la ola de noticias sobre la propagación del virus en el país.
Pablo cree fundamental e imprescindible no solo impugnar el veredicto, sino también seguir investigando para esclarecer responsabilidades que podrían involucrar al propio presidente Fernández.
Pablo confesó a Clarín que siempre tuvo fundadas sospechas sobre la conducta del juez de Huinca Renancó, Claudio Mazuqui, quien llevó el caso a juicio solo con dos acusados.
“Mazuqui tiene vínculos con Andrada, y sospecho que la selección de esos dos fue influenciada por esa relación. Otros fueron absueltos. Hace dos años, él había emitido una sentencia de falta de mérito. Luego cambió y decidió llevar esto a juicio, pero con restricciones. Es algo que me resulta muy extraño”, mencionó.
Apuntó además: “Al escuchar los alegatos, sentí que el procesado era yo. Así lo viví. Quise transmitir al jurado lo que sentía, buscar una respuesta acorde a lo que se pedía desde la sociedad, pero no sucedió. Se inclinaron por otra opción. No comparto su decisión. Sólo Dios sabe si podrán tener la conciencia tranquila.”
—En años recientes han surgido más casos que involucran al COE e incluso a un médico falso. ¿Cómo encaja eso con tu caso y el resultado judicial?
—Desde el inicio, noté irregularidades. La causa se movió entre la justicia federal y provincial durante cinco años. El trabajo de la fiscalía dejó mucho que desear. El abogado de Andrada usó pruebas que yo mismo facilité (correos, mensajes, capturas), mientras que el fiscal las ignoró. No encuentro explicación y es algo difícil de aceptar. Además, me sigue perturbando que, en la semana previa al fallecimiento de Solange, nunca recibí una llamada para decirme “nos equivocamos, ven a verla”. Eso nunca ocurrió.
Pablo sostiene que hubo más involucrados en la decisión que les prohibió el acceso a Córdoba para reunirse con Solange y su esposa Teresa aquel 16 de agosto de 2020. “Inicialmente eran cuatro imputados, luego solo quedaron dos”, explicó, mencionando además que “Paola también estaba presente, pero nadie lo vio”.
También añadió que durante el juicio intentaron mostrar a los miembros del jurado que él no respondió adecuadamente cuando le negaron entrar a la provincia. “Fue mi hija quien me detuvo, diciéndome: ‘Papá, no armes líos, quédate tranquilo’.”
—¿Cuál fue la importancia de compartir con el jurado la última bendición que Solange te dio y que fueron las últimas palabras que escuchaste de ella?
—Sucedió el jueves 20, a las 23 horas. Recibí su bendición. Eso lo compartí sinceramente con el jurado, pero fue insuficiente. Hubo ocho votos del jurado popular y dos de jueces técnicos. A pesar de eso, optaron por absolver.
—Ustedes se han convertido en referentes para otras familias durante la pandemia. ¿Cómo enfrentas eso hoy?
—Continuaremos luchando y apelando. Sentimos traición, no solo hacia nosotros, sino también hacia la sociedad. El caso de Solange no fue único; ella misma reconoció que había otras familias en circunstancias similares. Este veredicto era crucial, marcaba un antecedente, pero perdimos esa posibilidad. Siento rabia e indignación. No he podido dormir.
—¿Todavía crees que Alberto Fernández también debería haber sido investigado?
—Absolutamente. Firmó un DNU inconstitucional con el Congreso en activo. Luego apareció el escándalo de la fiesta en Olivos al cabo de un año. Esto refleja la falta de responsabilidad política. Las denuncias presentadas quedaron sin respuesta. Por eso digo: no hay justicia en Argentina.
—¿Te defraudó el jurado popular?
—Sí, totalmente. Eso fue lo que más me hirió. Son personas como todos nosotros. Tenía fe en ellos, y por eso duele tanto. La sociedad esperó otro veredicto, y cuando se supo que los acusados fueron absueltos, hubo sorpresa general.