El laboratorio SURAR Pharma comenzó a operar a finales de 2006 y entró en bancarrota en febrero de 2024, a pesar de que la ANMAT lo había cerrado en 2015 por no cumplir con las normas de manufactura adecuadas. Esta empresa es conocida por haber vendido la licencia de fabricación de fentanilo a HLB Group y Laboratorios Ramallo. Ambas compañías están siendo investigadas por la Justicia federal debido a la muerte de al menos 52 pacientes que desarrollaron neumonía tras recibir dosis de fentanilo contaminadas con bacterias.
La adquisición de licencias para la producción de medicamentos es un proceso legal y bastante usual. Sin embargo, esta operación ha enlodado la imagen de los laboratorios implicados en la investigación judicial que busca entender por qué al menos cincuenta pacientes en cuidados intensivos de distintos hospitales fallecieron debido a una neumonía bacteriana resistente a tratamientos, después de haber recibido fentanilo contaminado. Esta información, inicialmente obtenida de fuentes del sector y confirmada por medios oficiales, retrata una situación alarmante.
La marca de fentanilo HLB es producida por Laboratorios Ramallo, y ambas empresas han obtenido numerosas licitaciones en varias provincias. Solo recientemente se han manifestado públicamente, luego de un silencio desde mayo cuando la ANMAT primero suspendió el uso del fentanilo involucrado y después todo su catálogo de productos.
¿Qué significa que HLB haya obtenido una licencia para fabricar fentanilo de un laboratorio clausurado por fallas en las prácticas de manufactura?
Mercado de Licencias: Un Juego de Estrategias
Así como se comercializan licencias de taxi, los certificados para medicamentos, conocidos oficialmente como “especialidades medicinales”, se compran y se venden. Estos acuerdos son legales y están sujetos a la aprobación de la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT).
Contrario a lo que podría pensarse, el negocio no mueve grandes sumas; se habla de montos entre 4.000 y 10.000 dólares. “Una licencia puede adquirirse por ese rango, e incluso es posible comprar varias por el mismo precio”, comentó un experto que prefirió el anonimato.
Una pregunta frecuente es por qué adquirir licencias de otros en lugar de comenzar un nuevo trámite ante la ANMAT. La respuesta es doble: primero, al comprar una licencia se obtiene el derecho a seguir una “receta” aprobada para la fabricación del medicamento en cuestión. Un ejemplo mundano ilustra esta situación: “Puedes hacer un lemon pie con crema pastelera o con leche condensada. Si compras la licencia para el segundo método, deberás seguir al pie de la letra los ingredientes y pasos aprobados por la ANMAT”.
En el caso del fentanilo, la “receta” en sí no es compleja, similar a batir huevos (sin bacterias, claro). La segunda razón es el tiempo que se ahorra en el proceso.
Problemas Judiciales para HLB y Ramallo
El laboratorio HLB originally fundado por Hernán López Bernabó, entró en concurso de acreedores en 2014 debido a su carga de deudas. Fue rescatado por Ariel García Furfaro, a quien se ha vinculado con figuras como Víctor Santa María y Jorge Salinas, este último relacionado con Laboratorios Ramallo. Ramallo es, de hecho, una especie de resurgimiento del laboratorio Apolo, conocido por una explosión en 2016 que lo llevó al cierre, hasta que reemergió como Ramallo.
En 2017, las empresas HLB y Ramallo iniciaron operaciones conjuntas pero necesitaban licencias de producción. La manera más expedita de obtenerlas era mediante la compra a terceros. En abril de 2017, Ramallo recibió la luz verde de la ANMAT para apropiarse de 12 licencias de Apolo. Aunque era la misma entidad transfiriéndose a sí misma.
Surge el cuestionamiento de si la ANMAT debió ser más rigurosa al considerar que Apolo no operaba siguiendo normas adecuadas. Sin embargo, los expertos señalan que son asuntos separados: un laboratorio puede producir medicamentos con “buenas” o “malas” recetas, dependiendo de su cumplimiento con las normas de buenas prácticas.
La necesidad de obtener licencias con rapidez une las partes de este negocio. Mientras obtener un permiso normal para producir fentanilo puede tomar entre año y medio a dos años, el tiempo se reduce a unos seis meses al adquirir una licencia existente en el mercado.
Tanto es así, que quienes buscan laboratorios clausurados para la compra de licencias son denominados “caza-certificados” o “caza-licencias”.
Se estima que entre 2017 y antes de la pandemia, HLB/Ramallo adquirieron unas 20 licencias de SURAR Pharma en plazos incluso menores a seis meses. Este hecho se relaciona con la reciente intervención de la ANMAT que denunció la comercialización de productos HLB rotulados mientras las licencias siguen a nombre de SURAR Pharma.
SURAR fue clausurado en 2015 por la ANMAT, pero no se declaró en quiebra hasta 2024. Localizado en el barrio de Paternal en Buenos Aires, su reputación siempre estuvo en entredicho.
Quizás, los vínculos de HLB con SURAR no deban desestimarse del todo, ya que hay indicios que apuntan a que la historia puede repetirse.
El Complicado Pasado de SURAR
Incluso tras su clausura, SURAR continuaba acumulando irregularidades. En 2018, la ANMAT multó a la empresa en numerosas ocasiones por infringir leyes que prohíben la producción y distribución de medicamentos “impuros” o “ilegales”.
La compañía no ha estado exenta de eventos extraños. Por ejemplo, en 2007, durante una inspección de la ANMAT a BIOCROM, se encontraron con representantes de SURAR alegando haber trasladado las operaciones a otro lugar, mostrando un comportamiento peculiar para la época.
Ya en 2010, la ANMAT suspendió las actividades de SURAR debido a “deficiencias mayores” detectadas, las cuales incluían problemas en todos los aspectos operativos de un laboratorio. En poco más de un mes, SURAR volvió a operar.
En 2012, el Hospital Austral reportó problemas con un lote de gluconato de calcio producido por SURAR, cuya falta de esterilidad fue confirmada por la ANMAT, resultando en el retiro del producto del mercado.
Para abril de 2015, SURAR seguía operando desde varias plantas, incluida la de la antigua BIOCROM. Sin las condiciones adecuadas para producir, la ANMAT finalmente cerró SURAR, prohibiendo la producción de más de treinta productos, muchos de los cuales fueron adquiridos por HLB.
En 2017, antidatando su clausura, la ANMAT halló productos de SURAR en una droguería de Córdoba, a pesar de la prohibición, lo que suma un capítulo más a la problemática historia de esta empresa.