Un día que dejaría huellas
En una jornada soleada y despejada, Alfonso Lavado (45), Facundo Ureta (40) y Mateo Archilla (30) disfrutaban del snowboard y splitboard en el cerro Carbajal, en Ushuaia. La nieve estaba perfecta, lo que les permitió pasar el domingo entretenidos con su deporte favorito. Alrededor de las cuatro de la tarde, estaban listos para descender por última vez, pero una nube imprevista les dio unos minutos extras para compartir una ronda de mates, concluyendo lo que sería un día memorable.
Observación inesperada
Justo antes de iniciar el descenso, uno de los amigos notó que en la ladera norte del Carbajal, se había producido una reciente avalancha, la cual no habían visto previamente. La avalancha acabó a unos quinientos metros, cerca de Laguna Turquesa. Recordaron haber visto a dos personas escalando esa pendiente y se tranquilizaron al asumir que probablemente eran experimentadas en el área. Débora Anibaldi (49) y Pablo Kunzle (59), apasionados del montañismo, ascendieron al Cerro esa mañana con esquíes con el objetivo de descender la ladera.
“¡Veo una mano, está en movimiento! Tenemos que ir”, exclamó uno de los rescatistas al ver señales de vida en medio de la nieve. Rápidamente, conectaron el recuerdo de las dos personas que habían visto antes y la tranquilidad del día se transformó en una escena de acción. Alfonso se comunicó con la Comisión de Auxilio mientras Facundo y Mateo empezaban el descenso hacia la ubicación de la avalancha.
La carrera contra el tiempo
Facundo, Mateo y Alfonso, aunque pensaban disfrutar de un domingo tranquilo, habían llevado consigo mochilas y equipo de rescate, preparados para cualquier emergencia. Este enfoque previsor fue clave en el rescate de Débora y Pablo, quienes quedaron atrapados bajo la nieve por una hora. “Fue el movimiento del guante negro lo que marcó la diferencia. No podríamos haberlos localizado sin eso”, recuerda Lavado.
Emocionada, Anibaldi expresó su gratitud al día siguiente: “Los rescatistas fueron increíbles. Nos confiamos demasiado, creyendo que nuestra experiencia de treinta años en montañismo nos protegería. Esta vivencia nos recordó que subestimamos a la montaña”.
En menos de un minuto, Facundo y Mateo iniciaron la excavación para liberar a la pareja enterrada bajo nieve que se comportaba como cemento. “A los pocos minutos de pasar las coordenadas a la Comisión de Rescate, me uní a la tarea. Les aseguramos a Débora y Pablo que los sacaríamos tan pronto como pudiéramos”, cuenta Alfonso.
Pablo, originario de Bariloche y retirado de la profesión de guardaparque, prefiere guardar silencio. Sin embargo, Débora resume la experiencia: “Estamos felices de haber sobrevivido. La liberación de la nieve tras una hora atrapados es indescriptible”.
Aunque agotados por la intensa actividad física del día, los rescatistas lograron liberar a Débora y Pablo en menos de media hora después de llegar. El helicóptero llegó a las cinco, trasladándolos al Hospital Regional, donde fueron evaluados y se les otorgaron cinco días de reposo.
Para sorpresa de los rescatistas, los rescatados apenas presentaban heridas. Incluso pudieron mantener una conversación ligera durante el rescate para aliviar la tensión. “Parecía increíble que después de tanto tiempo bajo la nieve estuvieran bien”, relata Lavado. Los rescatistas proporcionaron ropa seca y mantas térmicas para calentar a la pareja.
La experiencia dejó marcas emocionales profundas. Débora recuerda: “El movimiento del guante negro y el brazo que logré sacar hicieron la diferencia. Era mi manera de asegurarme un respiro, pero también una conexión vital con el mundo exterior en un instante en que sentí que me estaba desvaneciendo”.
Débora y Pablo, reflexionando sobre su error, admitieron que ignoraron varias alertas claras. “Fue una negligencia por nuestra parte no retornar al oír el crujido de la nieve. Confiamos demasiado en nuestra proximidad a la cima y subestimamos el riesgo”, reconoce Débora.
Lavado y su equipo fueron testigos de cómo un día destinado a la alegría en la montaña se transformó en un rescate. “El destino actuó de formas misteriosas ese día”, reflexiona Alfonso mientras recuerda el momento en que detectaron el guante en movimiento desde la distancia. Después del rescate, se quedaron un momento en soledad, procesando la increíble secuencia de eventos que acababan de vivir.