“Sinceramente, no entiendo por qué no tomaron medidas. Quizás fue porque somos de un pueblo pequeño en Entre Ríos. En ese momento pensé que si el problema hubiera ocurrido en un hospital grande, la ANMAT habría prestado atención. Me quedé con esa sensación”. Así expresó María Florencia Prieto, una infectóloga de Concordia, Entre Ríos, quien alertó que en 2023 seis pacientes con cáncer contrajeron una infección por una bacteria, tras recibir medicamentos en mal estado de HLB, el laboratorio actualmente bajo la lupa por muertes debidas a fentanilo contaminado.
Un episodio preocupante ignorado
El caso, reportado por Despertar Entrerriano y que la doctora compartió con Clarín, ocurrió hace casi dos años. Este incidente habría comprometido la vida de seis mujeres con cáncer de mama, y ahora forma parte de la investigación del Juzgado Federal Nº3 de La Plata, en un contexto de irregularidades farmacéuticas que parecen estar conectadas con aspectos inciertos de la política local.
La gravedad del asunto con el fentanilo contaminado de HLB ya de por sí era alarmante, dado que causó al menos 15 muertes en abril pasado en un hospital de La Plata. Si se verifican más casos, los decesos podrían elevarse a 34. Asimismo, se descubrió que el laboratorio HLB proveía a al menos la mitad del país, incluyendo al Ministerio de Salud y al PAMI, mediante licitaciones.
A esto se añadieron tres cuestiones preocupantes:
1) La recopilación de alertas emitidas por la ANMAT en años recientes, sobre las prácticas de producción deficientes de HLB y su precursor, Laboratorios Ramallo. Ni las farmacéuticas ni la ANMAT resolvieron la situación más allá de lo retórico.
2) La casi concreción de HLB como productor local de la vacuna Sputnik V contra el Covid, una iniciativa del gobierno de Alberto Fernández que algunos consideran incomprensible, a menos que estuvieran en juego intereses ajenos a la salud.
3) Nombres ligados a estas empresas farmacéuticas, como Ariel García Furfaro, quien incursionó en el mundo farmacéutico comprando HLB en 2017. Recientemente, se conoció su asociación con el sindicalista Víctor Santa María para adquirir el canal IP, y su posterior salida. También vendió casi todo HLB a Sebastián Nanini, ex abogado vinculado al entorno político de José C. Paz.
Jorge Salinas, encargado de Laboratorios Ramallo, fue anteriormente señalado por su participación en la llamada “mafia de los medicamentos” en los 2000, y también fue dueño de un laboratorio en Rosario conocido por un accidente con una caldera.
Más allá de las cifras: Contextos y omisiones
Estos dados, aunque no directamente relacionados con la investigación del fentanilo contaminado, no deberían ser ignorados para comprender por qué la ANMAT no tomó acción decisiva contra un laboratorio tan irregular como HLB.
En este entramado se inserta la situación ahora desvelada por la especialista María Florencia Prieto, del Instituto Médico Quirúrgico Garat en Concordia. La ANMAT negó, con pocas explicaciones, lo comprobado por los especialistas de esa clínica.
Prieto mostró frustración al hablar con este medio, después de casi dos años de indignación acumulada. Trabajando en el denominado “sanatorio Garat” desde 2008, forma parte del Comité de Control de Infecciones y la Sociedad Argentina de Infectología.
Seis pacientes con cáncer de mama recibían tratamiento oncológico cada 21 días. Mujeres de entre 40 y 80 años, que tras el primer ciclo compartieron una inexplicable fiebre.
Comenzó así lo que Prieto describió como “un trabajo detectivesco”. Una investigación interna para identificar la infección, similar a la realizada por el Hospital Italiano de La Plata por el fentanilo contaminado.
Investigación y desafíos bacterianos
“Todos estábamos alarmados”, explicó Prieto, mientras relataba las preocupaciones de oncólogos y enfermeras respecto a la seguridad de las quimioterapias. Las pacientes usaban un catéter para evitar inyecciones constantes, pero como los medicamentos variaban, identificar la fuente del problema fue complicado.
Inicialmente, se sospechó de la esterilidad de los catéteres, pero al no compartir la misma marca no explicaba el problema. Se realizaron “retrocultivos” que descubrieron una bacteria incomún: Ralstonia mannitolilytica, con capacidad para contaminar fármacos y provocar brotes infecciosos.
La investigación incluyó evaluar el anticoagulante (eparina), que dio negativo. Finalmente, entendieron que las pacientes recibían dexametasona, en dos marcas disponibles en el hospital. Una dio negativo; la otra, producida por HLB, dio positivo en ciertos lotes.
Nunca antes se había identificado esta bacteria en hospitales locales. La dexametasona contaminada, enviada al laboratorio especializado de la UBA, corroboró los resultados. Las ampollas cuestionadas fueron remitidas a la ANMAT junto con la solicitud oficial.
Respuestas que no clarificaron
Tras ser infectadas, las pacientes debieron someterse a una cirugía adicional para retirar los catéteres. Se denunció el lote completo al Colegio Farmacéutico de Entre Ríos, quien notificó a la ANMAT.
Prieto, aún con el rencor de lo sucedido, relató cómo la ANMAT respondió sin dar curso a la investigación: “Afirmaron que el fármaco cumplía con las especificaciones”. Clarín tuvo acceso al documento de denuncia y verificó la autenticidad de la respuesta de la ANMAT, que no comentó al respecto para este artículo.
La respuesta, recibida meses después, indicaba que los análisis de laboratorio aseguraban que el producto cumplía con las normativas autorizadas. Prieto reflexionó con impotencia sobre la falta de atención tras haber detectado el problema dos años antes.
“Percibía impotencia al ver las noticias sobre el fentanilo, pensando en nuestra experiencia ignorada por ser de HLB”, concluyó Prieto. Las pacientes lograron recuperarse, pero la intervención que esperaban por parte de ANMAT nunca llegó, quedando el caso en la nada.
PS