Diferencias entre edad cerebral y cronológica
El envejecimiento del cerebro es inevitable con el paso del tiempo, pero no sigue la misma pauta en todas las personas. La edad de nuestro cerebro no siempre coincide con la cantidad de velas que soplamos en nuestro cumpleaños. Esta disparidad se debe a múltiples factores que afectan su desarrollo y degradación.
¿Qué define la edad del cerebro?
Mientras que nuestra edad cronológica avanza linealmente y se refiere a los años vividos desde el nacimiento, la edad cerebral se relaciona con el estado y funcionamiento del cerebro. Variables como el estilo de vida, genética, educación, niveles de estrés y contaminación pueden acelerar o ralentizar su envejecimiento. Comprender esta diferencia es crucial para tomar acciones que promuevan un envejecimiento cerebral saludable y prevenir el deterioro cognitivo.
La discrepancia entre estas dos edades puede ser notable. En una entrevista con Clarín, Melina Masnatta, una pionera en tecnología educativa, explica que se utilizan datos de resonancias magnéticas y electroencefalogramas para analizar esta diferencia.
“Con estos estudios, estimamos la edad biológica del cerebro comparándola con la edad cronológica de la persona. La tecnología permite crear modelos de neuroimagen y aprendizaje automático para formular predicciones y probar diversas hipótesis”, comenta la experta.
Factores que aceleran el envejecimiento cerebral
Un estudio reciente en Nature Medicine, con la participación del Centro de Neurociencias Cognitivas de la Universidad de San Andrés, reveló múltiples factores que pueden acelerar el deterioro cerebral. Estos incluyen desigualdades sociales, contaminación, enfermedades y trastornos neurocognitivos como el Alzheimer.
En América Latina, por ejemplo, las mujeres con Alzheimer presentan una mayor disparidad en la edad cerebral en comparación con los hombres, subrayando la necesidad de abordar las desigualdades de género. Además, las poblaciones con difícil acceso a servicios de salud y bajos niveles educativos también muestran edades cerebrales más elevadas comparadas con otras regiones, puntualiza Masnatta.
Carlos Presman, especialista en medicina interna y docente en el Hospital Nacional de Clínicas de Córdoba, habla de “reserva cognitiva” o la capacidad del cerebro para adaptarse al deterioro, en vez de enfatizar la diferencia entre edades. “Actividades que requieren nuevo aprendizaje, como un idioma o un deporte, favorecen esta reserva. Incluso después de los 90 años, el aprendizaje de nuevas habilidades fomenta conexiones neuronales, aumentando la reserva cognitiva”, asegura.
Preservar la capacidad auditiva y visual, realizar ejercicio físico regular y mantener una dieta balanceada sin alimentos ultraprocesados son esenciales, destaca Presman.
Influencia de la tecnología en la salud cerebral
La constante conexión y exceso de información pueden causar fatiga mental y aumentar el estrés, afectando la plasticidad cerebral. Vivimos rodeados de estímulos digitales, que requieren de pausas tecnológicas para promover una “dieta cognitiva saludable” fuera del modo automático que las redes sociales incitan.
Para mantener un cerebro saludable, es crítico usar la tecnología de manera consciente, según Masnatta, quien sugiere campañas de “desconexión/conexión positiva”. Aplicaciones para conciencia sobre uso digital, meditación y ejercicios de memoria pueden ser útiles si se emplean con un propósito deliberado.
Invertir en el futuro del cerebro implica desarrollar habilidades como el pensamiento crítico, comunicación efectiva, gestión emocional y creatividad, dice Masnatta. La educación tiene un rol decisivo en fomentar hábitos saludables y en la formación de habilidades clave para resolver problemas y manejar el estrés, añade.
Estrategias para ralentizar el envejecimiento cerebral
Es vital disminuir el envejecimiento cerebral para una vida rica y funcional. Masnatta recomienda identificar factores que influencian el envejecimiento cerebral en diversas comunidades y reconocer a quienes están en riesgo. En América Latina y el Caribe, las desigualdades sociales se reflejan en edades cerebrales más avanzadas.
¿Cuál es el enfoque adecuado? Una combinación de hábitos saludables y una mentalidad de constante aprendizaje es la clave, según Masnatta. Al entender que la edad cerebral difiere de la cronológica e identificar los factores que la afectan, podemos manejarla mejor.
Educación: Estudiar de forma consciente y dirigirnos hacia habilidades que fortalezcan el cerebro. Mejora la autoestima y la autovaloración.
Desconexión: Realizar pausas tecnológicas y fomentar un uso consciente de la tecnología.
Salud integral: Adoptar una visión holística del cuidado físico, mental, emocional y social.
Intervención temprana: Reconocer y mitigar factores de riesgo, especialmente durante momentos críticos como conflictos bélicos.
Inversión: Considerar el cuidado del cerebro como un compromiso a largo plazo para el bienestar general.
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