Riesgo de sufrir un ataque cardíaco y método rápido para sobrevivir en 10 segundos

Las cifras oficiales y estudios privados son contundentes. Aproximadamente 50,000 individuos al año sufren un ataque cardíaco en Argentina. Cuatro de cada diez no sobreviven, y el 90% de estos decesos ocurren fuera del hospital, ya sea porque el paciente se demoró en buscar ayuda o porque el sistema de salud no llegó a tiempo. La mortalidad dentro del hospital se acerca a un 9%.

Esto significa que, en caso de un infarto, hay un 60% de probabilidad de sobrevivir y un 40% de posibilidad de fallecer en el país. Las variaciones en este promedio se deben a factores relacionados con el acceso a la atención médica. Mejorar este último porcentaje es aún un desafío. Las acciones para mitigar los efectos de un infarto pueden ser tratamientos farmacológicos, intervenciones quirúrgicas o una combinación de ambos.

Respuesta médica tras un infarto

Según los protocolos, el paciente debería recibir atención médica dentro de las dos horas posteriores al infarto. Desafortunadamente, esto no siempre ocurre de manera eficiente. Es crucial que quienes rodean a la víctima reconozcan que los signos pueden indicar un infarto y contacten rápidamente con los servicios médicos; que la asistencia llegue a tiempo y que el hospital al que se traslade al paciente esté equipado para realizar una angioplastia.

De acuerdo con expertos médicos, solo el 20% de los establecimientos de salud en Argentina tiene capacidad para realizar este tipo de procedimiento, lo que a menudo obliga a trasladar a los pacientes. En este contexto, los medicamentos juegan un papel esencial para inclinar la balanza hacia la supervivencia.

Cada minuto sin tratamiento adecuado durante un infarto significa más daño al corazón. Solamente el 30% de los pacientes en Argentina recibe una angioplastia en tiempo adecuado, mientras que los demás deben esperar más de tres horas para recibir la atención necesaria, lo que incrementa el riesgo de muerte y de complicaciones futuras, como insuficiencia cardíaca.

Cada momento cuenta tras la aparición de síntomas. Foto: Shutterstock.

Innovaciones en el tratamiento del infarto

Las demoras habituales asociadas al contexto social y de salud pueden ser compensadas con medicamentos inyectables que brindan alivio casi inmediato. Anteriormente, este proceso duraba entre 45 minutos y una hora y media. Sin embargo, se han perfeccionado estos fármacos para poder ser administrados en tan solo diez segundos, incluso a bordo de una ambulancia.

Este avance reciente ha sido acogido con entusiasmo por la comunidad médica, especialmente por los cardiólogos. Fernando Botto, del Instituto Cardiovascular de Buenos Aires, menciona: “Hace años discutíamos sobre la fibrinólisis prehospitalaria y la llegada de tenecteplasa, que simplifica su uso. Esto ahora es una realidad.”

Ernesto Duronto, de la Fundación Favaloro, explica que en Argentina había dos fibrinolíticos tradicionales: estreptoquinasa y alteplase. Los beneficios del tenecteplasa sobre la estreptoquinasa son significativos. Mientras que la estreptoquinasa requiere 45 minutos para su aplicación, el tenecteplasa requiere solo diez segundos, con menor riesgo de hemorragias y mayor efectividad en la reducción de la mortalidad. Aunque el alteplase es similar en efectividad clínica, su administración en dos infusiones tarda 92 minutos. Cuanto más rápido se maneje un infarto, mayor es la probabilidad de supervivencia.

Los fibrinolíticos son esenciales en países con grandes distancias y desigual acceso a centros especializados. La estrategia es administrar el medicamento al momento del diagnóstico y después trasladar al paciente a un hospital capaz de realizar una angioplastia en las siguientes 2 a 24 horas.

Fernando Botto destaca que la cardiología intervencionista, la angioplastia y los stents son mejores que los fibrinolíticos en la práctica, aunque si se aplican estos últimos oportunamente, puede ser difícil superar sus beneficios.

Finalmente, el experto señala la importancia de disponer de desfibriladores externos automáticos (DEA). “Aquellos que sufren un infarto en la calle o en el hogar podrían sobrevivir si fueran desfibrilados antes del paro cardíaco. Aunque estos dispositivos tienen un costo similar a un smartphone, su presencia es mínima en comparación con otros equipos de seguridad, como los extintores.”

PS

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