Estafa millonaria de la caja fuerte: videollamadas desde la selva, tensiones, dólares falsos y un manual detallado

El negocio era inusual. Una caja fuerte llegaba por delivery, repleta de billetes provenientes de la selva. Un grupo de supuestos empresarios, que en realidad se presentaban luego como guerrilleros o narcotraficantes, buscaba maneras de invertir dinero de manera ilegal. Amenazas de muerte, extorsiones, y llamadas angustiantes de presuntos paramilitares formaban parte del engaño. Sin embargo, el verdadero crimen era más sencillo: simplemente era una estafa bien elaborada.

La Policía de Santiago del Estero, en colaboración con la Bonaerense, logró desmantelar una organización criminal conocida como los “Estafadores de América”. Este grupo transnacional se dedicaba a un complejo fraude que gestaban meticulosamente entre varios de sus miembros, con el objetivo de captar a víctimas de alto perfil, como empresarios, emprendedores y comerciantes. Existen testimonios de pérdidas que superan los 140 mil dólares.

La trama que les relataban a las víctimas incluía escenarios montados en la selva, videollamadas interrumpidas o mensajes de voz que luego desaparecían. Esta sofisticada ingeniería del engaño tuvo su origen en Colombia y la misma banda fue replicando la estrategia en países como Ecuador, Bolivia, Paraguay, Chile y Perú. En Perú, varios de sus integrantes fueron arrestados.

Operación en Argentina

Los que lograron evadir a la policía local, llegaron a Argentina con la misma treta. Casos han sido documentados en al menos cinco provincias y hay investigaciones desarrollándose actualmente.

La historia se hizo conocida la semana anterior gracias a un informe en Telenoche, que desveló cómo se ejecutaba la estafa de la caja fuerte. Simultáneamente, sin saberlo, la justicia de Santiago del Estero preparaba un operativo para allanar cuatro propiedades en Buenos Aires por el mismo fraude. Fue una coincidencia, pero ambas acciones ayudaron a que más afectados se percataran del engaño.

Relatos de las víctimas

Daniel (50) asegura que jamás olvidará el rostro de Emiliano, a pesar de que ese no sea su verdadero nombre. Es el individuo que lo engañó, quitándole 140 mil dólares y un emprendimiento comercial. Al ver su imagen en el informe de Telenoche, supo que era el mismo que lo había estafado.

En su situación, los detalles eran un poco diferentes. Junto a su (ahora ex) socio necesitaban casi un millón de dólares para construir alrededor de 400 casas. A través de un conocido en Santiago del Estero, llegaron a esos supuestos financistas. Emiliano, quien lideraba el fraude, los fue convenciendo poco a poco. Según su relato, pertenecía a un grupo de financistas colombianos que buscaban blanquear dinero. Por eso ofrecían condiciones favorables: del millón prestado, solo tendrían que devolver 700 mil, pero en propiedades legales.

Todo sucedió en julio de 2024. “Le envío un mensaje y luego me responde por Whatsapp. Estaba en Porto Alegre, Brasil, y me pregunta si podía viajar allí para cerrar el trato. Como no podía, me dijo que viajaría a Buenos Aires por unos días para otra reunión y que podríamos coordinar”, narra Daniel a Clarín.

En unos días de videollamadas, lograron cerrar el acuerdo. La promesa de los inversores era así: el dinero llegaría en una caja fuerte cerrada, enviada desde Colombia, cuyo código solo tenía Emiliano. Un equipo de delivery llevaría la caja a su oficina en el centro de Buenos Aires y allí debía esperar la llegada de Emiliano para firmar el contrato. Sin embargo, antes debía abonar unos 70 mil dólares, presunto costo del flete. También les solicitaban enviar fotos del frente del edificio, tener contadoras de dinero y marcadores para detectar billetes falsos.

Las cajas venían con los billetes sellados al vacío.

Juan, el transportista, llegó a la oficina con la caja y dos personas más. Allí aguardaban Daniel y su socio. La operación comenzó a tener problemas por el protocolo que los estafadores proponían y que fueron cruciales para el engaño.

Les pidieron que al contar el dinero estuviera solo Daniel. Cuando bajaron la caja, Juan se conectó por videoconferencia con Emiliano para que este le revelara el código de apertura. El objetivo era verificar que el dinero estuviera allí y luego cerrarla nuevamente hasta que llegara Emiliano para firmar.

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Dentro de la caja había dinero real. O al menos, eso parecía en la parte superior. Se veían paquetes sellados al vacío y otros atados con gomillas. Juan los mostró a Daniel, quien los revisó, los verificó con pruebas y usó el marcador para asegurarse de que eran genuinos. Los estafadores lo urgían a que contara solo los fajos ya que, según el protocolo, la caja estaba por cerrarse. Le habían dicho que tenía un GPS y un sistema antirrobo, lo que impedía moverla hasta la llegada de Emiliano.

Pidieron a Daniel una foto con su DNI sobre el pecho. En ese momento de distracción, llegó el golpe. Se colocó al lado de la mesa, de frente, con la caja detrás. En ese instante, uno de los estafadores hizo el intercambio y tomó el dinero real que acababan de verificar. “Lo guardó en su chaqueta, no sé cómo, y cerró la caja con el dinero falso”, rememora.

“Bienvenido a la gran familia de Colombia, parcero”, le dijo uno de ellos antes de irse, sonriendo. Esa imagen quedó grabada en la mente de Daniel. Desde ahí, los estafadores se marcharon y él junto a su socio se quedaron esperando a un Emiliano que jamás llegó. “Dijo que estaba complicado por el tráfico, perdido en Buenos Aires”, lamenta. Pero a la noche lo llamó para decirle que hubo un error: le habían enviado una caja con 2 millones en lugar de uno, y que tenía que desembolsar más dinero.

El contrato falso que firmó Daniel para el supuesto préstamo.

Ahí comenzó una negociación liderada por el socio de Daniel, quien terminaría aportando más dinero vía transferencia en USDT y en efectivo. Pagó 140 mil dólares, a la espera de Emiliano. Esto ocurrió un viernes. Emiliano nunca apareció.

Tras un fin de semana lleno de excusas, el lunes los socios se reunieron en la oficina. Daniel, molesto, sacó la caja del escondite e intentó una combinación básica: 1234. Plip. La caja se abrió. Dentro, solo había papeles en blanco.

Los rollos estaban sellados al vacío y tenían fotocopias de dólares al frente y al reverso de los paquetes. El resto era papel en blanco. El engaño provocó que los socios se separaran. Daniel continuó investigando por su cuenta, y afirma que estuvo cerca de atraparlos en Corrientes, cuando intentaron aplicar el mismo esquema a un amigo suyo.

Yamila también fue víctima de la estafa. Ha pedido cambiar su nombre para narrar su experiencia. Ella, junto con una amiga, buscaba financiamiento para diversos emprendimientos. Un amigo en común les mostró un aviso en redes sociales de una supuesta organización financiera colombiana. Fue en marzo de ese año.

En el caso de Yamila, el fraude siguió una ruta similar pero con otros matices. Tras proporcionar las fotografías de la casa donde entregaría la caja, los estafadores afirmaron ser ex miembros de las FARC y aplicaron diversos tipos de intimidación, incluidas videollamadas de un supuesto comandante desde la selva, portando un rifle al hombro. Las afectadas, habiendo ya entregado sus datos, sintieron que estaban demasiado involucradas para retractarse.

“Todo se hacía a través de videollamadas. Muchas llamadas por Whatsapp y pocos mensajes escritos. Mucho audio que se borra. Te mandan videos mostrando operaciones, viajando”, describe Yamila. Es una estrategia para dejar pocas evidencias.

También contactaron a Yamila por videollamada un hombre que se presentó como José Briceños, supuesto jefe de finanzas. Le pidieron que tuviera lista la máquina para contar billetes y luego le avisaron que le dejaron 2 millones en lugar de uno. En su experiencia, perdieron más de 50 mil dólares. Al sospechar del fraude, abrieron la caja fuerte y encontraron los falsos documentos.

Fotocopias de billetes contenidas en las cajas fuertes fraudulentas

J., otro afectado por la misma estrategia, necesitaba 4 millones de dólares para resolver problemas de terrenos en Santiago del Estero en agosto de 2024. Los estafadores viajaron desde Buenos Aires para entregarle la caja. Sin embargo, la situación cambió y fue confrontado violentamente para robarle. A diferencia de los otros damnificados, J. presentó una denuncia ante la fiscalía, lo que activó la investigación del caso.

Tras casi ocho meses de investigaciones, incluidas pericias de cámaras e intercambio de información judicial, la fiscal Jacqueline Macció, de La Banda, coordinó la operación que la semana pasada culminó con la detención de cuatro personas, todas entre los 35 y 40 años y de nacionalidad venezolana. Los arrestos se realizaron en allanamientos en CABA, La Matanza, Lomas de Zamora y San Martín.

Los investigadores han identificado al menos a otras dos personas en fuga, pero se cree que la banda incluye al menos ocho integrantes. Los arrestados han declarado ante la fiscal Macció esta semana, proporcionando sus versiones de los eventos imputados.

Otros Casos Anteriores y el Influencer Misterioso

Daniel identificó en el informe del Telenoche al Emiliano que lo embaucó. Para Yamila, ese hombre correspondía al mismo José Briceños. No fueron las únicas víctimas del mismo individuo.

La imagen que tenían provenía de la policía de Perú, donde el Emiliano/José ya había sido arrestado por aplicar un fraude similar en 2022. Allí, las autoridades desarticularon a una banda conocida como “Los parceros de la estafa”, quienes ejecutaban el mismo engaño de la caja fuerte con variantes. Por ejemplo, en lugar de entregar en domicilios, alquilaban un lugar específico para llevar a cabo la operación.

La banda estaba compuesta por al menos treinta personas, de nacionalidades venezolanas, peruanas y ecuatorianas, encargadas de toda la logística. Un colombiano identificado como César Quevedo fue quien, en años posteriores, le entregaría la caja fuerte a Yamila. Desde el manejo de los dólares falsos hasta la seguridad, toda la operación era idéntica.

El grupo fue atrapado gracias a una investigación que se centró en los vehículos utilizados para recoger el dinero. Una de las debilidades fue una mujer que estuviera siendo utilizada como mula. Se trataba de Lizeth Aquino Camacho, peruana de 28 años, quien había recibido transferencias de al menos diez víctimas por montos cercanos a los 200 mil dólares.

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Aquino Camacho fue interrogada por la policía peruana y afirmó que también fue víctima de un engaño. El responsable era un influencer y empresario de bienes raíces llamado Freddy Oswaldo Díaz Pérez, de 53 años. En redes sociales, mostraba un estilo de vida destacado, viajando en limusinas o en constantes desplazamientos. Según la joven, había conocido al hombre a través de una aplicación llamada Luxy, destinada a unir mujeres con empresarios adinerados.

Freddy Díaz Pérez, el influencer colombiano señalado como cabeza de la maniobra en Perú. Foto Instagram

Sin embargo, Oswaldo le ofreció un negocio inmobiliario donde, le aseguró, recibiría transferencias de inversores en su cuenta bancaria. Luego, debía retirar el dinero en efectivo y entregárselo personalmente a un colombiano enviado por su parte. El vehículo en el que se movilizó para recoger los pagos fue esencial para desmantelar a “Los parceros”.

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Profundizando en la investigación, la policía peruana descubrió al menos una docena de cajas fuertes envueltas en film, dólares, armas y un manual con el guion de la estafa. Era un cuaderno anillado de varias páginas, que contenía el paso a paso detallado y las respuestas para cada miembro de la banda ante posibles interrogantes de las víctimas.

El manual con el paso a paso de la estafa y los apuntes tomados. Foto Policía de Perú

“Con sus palabras te van llevando, te enganchan. Al final tú terminas siendo culpable de todos los contratiempos y comienzan a surgir complicaciones”, describe Daniel sobre la relación con la banda. “La manipulación”, confirma Yamila. “Cuando ya les has dado tus datos y tu dirección personal”.

Todo estaba en ese manual. Uno que, junto a las cajas fuertes selladas, había salido de Perú y se dirigía a Argentina.

AGE

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