“Cincuenta por ciento cumbia y rock argentino, y el otro cincuenta por ciento, música anglosajona”. En el vestuario del equipo de fútbol femenino de Columbia College, dos hermanas gemelas de Argentina muestran su alegría y conexión única. Con 23 años, Emilia y Delfina Zolesio Fernández Blanco saben muy bien dos cosas: son inseparables y nunca dejarán el fútbol bajo ninguna circunstancia.
El camino hacia la concreción de un sueño
Originarias de Palermo, hace ya cuatro años que decidieron mudarse a Missouri, Estados Unidos, para perseguir su anhelo de jugar al fútbol mientras completaban sus estudios universitarios. El año pasado, se graduaron en Gestión Deportiva y Administración de Empresas y tienen planes de seguir con una maestría, todo mientras continúan jugando. Además, obtuvieron el título de director técnico de la Asociación de Técnicos del Fútbol Argentino (ATFA).
El éxito de las gemelas no solo es personal; lograron superar una batalla legal para alcanzar sus metas. El año anterior, llevaron a su equipo a la semifinal de una liga dentro de la Asociación Nacional Atlética Intercolegial (NAIA), logrando una hazaña sin precedentes para su universidad al ubicarse en el tercer lugar de un total de 233 en un torneo de eliminación directa.
Recuerdos de los primeros pasos en Argentina
De visita temporal en Argentina, recuerdan cómo comenzó todo en una finca en La Plata: una pelota y dos pequeñas hermanas de tres años dispuestas a jugar sin parar. Debido a la falta de equipos de fútbol femenino, se unieron a equipos masculinos. Aunque sus compañeros las apoyaban, muchos padres no aceptaban la presencia de niñas en el equipo y proferían insultos machistas durante los partidos.
Una regla no escrita prohibía la participación femenina en los torneos, pero las hermanas hicieron historia en GEBA. En su tercer torneo interno, un miembro de la subcomisión deportiva amenazó con descontar los puntos de su equipo si ellas jugaban. Con uniformes puestos y lágrimas en los ojos, tuvieron que ver el partido desde las gradas. Delfina, con solo doce años, pidió a su madre que buscara ayuda legal: “Quiero un abogado”, dijo. Su madre, Diana, finalmente lo tomó en serio y luego de acudir al INADI, seis meses después, un juez falló a favor de las gemelas. Volvieron a la cancha y su talento no pasó desapercibido; el psicólogo de River las invitó a unirse a las formaciones inferiores del club del Millonario.
Adaptación y cultura en Estados Unidos
La pandemia obligó a las hermanas a detener sus entrenamientos una vez más. Como condiciones curiosas, incluso tuvieron que gestionar sus actividades considerando que una tenía DNI con número impar y la otra, par. Decidieron no separarse y trasladaron su pasión a Estados Unidos gestionando una beca en Columbia College para estudiar y formar parte del equipo de fútbol.
El sistema estadounidense apoya tanto el deporte como la educación, una ventaja notable según Delfina: “En Argentina, manejar ambas cosas es un desafío personal generalmente insostenible”. Durante un descanso en Argentina, observaron con satisfacción cómo más niñas jugaban al fútbol con total naturalidad en las playas, contrastando con sus experiencias de infancia donde eran vistas como una rareza.
Las gemelas aprecian los avances en la igualdad de género dentro del deporte, aún cuando saben que hay un camino por recorrer. “El fútbol femenino ha progresado mucho, aunque todavía hay mucho por hacer”, recalca Delfina. Y mientras advierten que muchas chicas abandonan sus sueños en otros lugares debido a la falta de apoyo, ellas han encontrado fortaleza en su familia y equipo.
Viviendo en Columbia, las hermanas experimentan un poco del estilo de vida estadounidense pero siempre añaden un toque argentino en las fiestas, como demostrar la preparación de fernet, dejando asombrados a sus amigos norteamericanos. También extrañan aspectos familiares relacionados con la comida y la cultura, aprovechando cada visita a su país de origen para llevar algunos de los productos que más adoran.