La relevancia de la imagen en la sociedad actual
¿Se trata de vergüenza? ¿Quizás un orgullo mal interpretado? ¿O es posible que una educación donde mostrar debilidades era visto como un déficit influya? Independientemente de la razón, evitar solicitar ayuda cuando se necesita, lleva inevitablemente a la desesperación. En ocasiones, no podemos afrontar situaciones solos, ya sea por un problema complejo, una adicción descontrolada o por la incapacidad de reconocer qué nos afecta. Sin embargo, al atrevernos a hablar sobre nuestra situación y aceptar el soporte de otros, habremos recorrido una parte significativa del trayecto.
El desafío de enfrentar dificultades por cuenta propia
Este fenómeno no se limita solamente a las dificultades psicológicas. Tomemos por ejemplo el tema del peso corporal. ¿Cuánta gente conoces, o incluso tú mismo, que comienza con entusiasmo una dieta desde el primer día, continúa con dificultad el segundo día y se rinde al tercero? En ciertos ámbitos, esto es bien conocido. Y se aprovechan de ello. Siempre me impresionó cómo, en los gimnasios, tratan de evitar que te inscribas por periodos breves. Saben que muchos abandonarán después de unas pocas semanas, pero igualmente continúan cobrando a través de débito automático. ¿Cambiaría la situación si se abordara de manera grupal para evitar la costosa figura del entrenador personal?
El texto que acompaña esta columna presenta un fragmento especialmente notable. El autor, Pablo, regresa al hogar de sus padres al reconocer que no puede salir solo de un estado de depresión severa. Él menciona que “nunca lo vi como un paso atrás, sino como un refugio esencial, un lugar donde reconstruirme”. Ojalá muchas personas tuvieran esta oportunidad en situaciones extremas, o incluso en menos críticas.
La importancia de ofrecer apoyo más allá de las apariencias
¿Debemos esperar a que nos pidan ayuda primero? Con frecuencia, por miedo a invadir la privacidad de otros, evitamos preguntar si necesitan una conversación. O si necesitan compañía. O simplemente si requieren que estemos presentes. En la sociedad de las apariencias, solemos preguntar “¿Todo bien?” sin esperar realmente una respuesta. Fingimos interés, pero en realidad, no nos importa demasiado.
Abramos un poco nuestra perspectiva y pensemos en aquella persona que vimos decaída. No nos arrepentiremos.
